Palabras de A M O R en Lunes. Por María Eugenia Manzano

A mi hija Lucía, que hoy cumple 18 años y en los últimos tres meses me ha ofrecido la lección de vida más admirable y más pura que jamás pude imaginar. Reverencia.
Que la vida te bendiga y mantengas tu esencia intacta. Y que yo lo vea.
Te quiero.
             María Eugenia Manzano
Empieza el mes de septiembre y yo miro de reojo a agosto. Podré mirarlo de frente cuando integre lo vivido y deje atrás un latido de mi propio corazón fundiéndose en Baile en el aire. Descalza, despeinada, desnuda, aún senso en mi piel el misterio del firmamento sobre el tablao, la fuerza de la cascada donde me parí cada día y la tierra bajo las uñas.
Primer lunes de septiembre, sigamos con paso lento.
Hoy te invito a detenerte, a esta pausa necesaria sobre unas palabras de A M O R inútiles y sencillas que no necesitan porqués. Son sólo una poesía.
Hace unos días leí sobre la muerte de Sócrates que el filósofo intentaba aprender una complicada pieza a la flauta mientras el verdugo preparaba el vaso de cicuta que fue condenado a beber. Cuando le preguntaron ¿para qué quieres saberla si en unos minutos morirás? él respondió que para saberla. Por el placer de morir sabiendo una cosa más y de seguir aprendiendo mientras aquel desgraciado preparaba su veneno. Me resultó un relato bello, a la altura del condenado, y me sirvió para recordar que el disfrute de la vida depende mucho más de los conocimientos que no tienen utilidad ni aplicación práctica alguna que de la habilidad para engrosar la cuenta corriente, como dice Pedro G. Cuartango. Porque «Ser el dueño de un Ferrari es algo muy preciado pero nadie considera como una posesión saber disfrutar de una sinfonía, leer a los clásicos o contemplar un atardecer porque son cosas que no resultan cuantificables y, por tanto, carecen de valor.»
Por eso, en este septiembre, la última lección de Sócrates puede que sea «lo primero que explicar a los estudiantes el primer día de Universidad. Que lo que aprendan es sólo para aprenderlo y que sólo hay un porqué: porque es mejor aprenderlo que no aprenderlo» (Victoria Citlot).
Y por eso, la poesía que aquí te dejo.
Que hoy tu día sea bueno.
Que estés bien.
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La mujer septiembre
Miguel Gane

Ella baila sobre un limbo
de presente y pasado,
sabe que no hay verano sin despedidas
ni otoño sin principios.

Se mueve entre la brisa de un acantilado
y el viento de los árboles de la ciudad, entre
los planes de cambiar de vida
y las promesas de seguir siempre igual.

Para la mujer septiembre
agosto nunca acaba
y octubre tarda demasiado en llegar.

Ella se compone de recuerdos,
de cenas infinitas en los bares,
de canciones con el mar de fondo.
Le pertenece cada atardecer en la playa,
pero también cada tormenta desde la
ventana.

La mujer septiembre
se mueve como música en directo.
Puedes verla perdida por el Norte
o riendo por el Sur,
porque para la mujer septiembre
la única brújula es su libertad.

La mujer septiembre es una vuelta a la
oficina,
pero también una escapada con amigos un
fin de semana:
un retorno a la rutina
y, al mismo tiempo, un guiño al futuro.

La mujer septiembre
a veces abraza la tristeza,
se tropieza en los comienzos,
pero, con un poco de confianza.
es capaz de comerse el mundo entero.

A veces, aparece por sorpresa,
es experta en llenar vacíos que no
conocías.
es la esencia que le falta a cualquier año,
es un llego y un me voy,
un antes y un después,
un te quiero y un no tanto.

Ella es un empezar de cero sin reloj,
una promesa sin futuros,

un septiembre
para cambiar de vida.

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