El grupo de quince alumnos que han participado en el XII curso internacional de arqueología clásica de Baelo Claudia, clausurado este fin de semana, han documentado cinco fases de uso que abarcan desde el siglo I antes de Cristo hasta el siglo XX, en un total de 20 sesiones de trabajo en las que han estudiado un lugar que nunca había sido excavado.
En el curso, organizado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y la Universidad de Cádiz, han participado estudiantes gaditanos, y también del resto de universidades andaluzas, así como de Barcelona, Tarragona, Filipinas, Alemania e Italia. Durante los 20 días que ha durado, los alumnos han recibido formación en la práctica de la metodología arqueológica, tanto en las labores de campo como de laboratorio.
En esta XII edición, los trabajos arqueológicos se han situado en extramuros de la ciudad hispanorromana de Baelo Claudia, en el extremo suroeste, en una zona coincidente con un edificio donde nunca se ha desarrollado trabajos arqueológicos y que se encontraba cubierto por vegetación abundante. En este sector, algunos investigadores sitúan un posible faro o bien una torre para avistamiento. Allí, tras la limpieza y retirada de una pequeña parte de los sedimentos que cubrían su interior, se han documentado varias fases de uso.
La más antigua data de época tardo romana-republicana, concretamente del siglo I a. C. Esta fase se ha podido documentar gracias a materiales cerámicos, si bien no llevan asociadas estructuras arqueológicas. Ya del siglo II d. C. se observa la construcción de un edificio de planta rectangular con una cisterna para el acopio de agua. Entre dos y tres siglos después, se registra la fase de abandono de la construcción romana y el derrumbe parcial del edificio romano.
Ya en los siglos XVI y XVII, el edificio se usó muy probablemente por los pescadores de la zona. Incluso se ha documentado en esta etapa un suelo de piedra caliza muy bien ejecutado sobre los restos romanos. En el siglo XX se registra un uso militar de la zona, concretamente en los primeros decenios de la centuria. Con toda probabilidad, el edificio se utilizó entonces como lugar de vigilancia.
Los directores del curso, los arqueólogos Alicia Arévalo, Darío Bernal y Ángel Muñoz, creen “evidente” que se trata de “un edificio aislado en este sector de extramuros de la ciudad de Baelo Claudia, que bien podría responder a las hipótesis planteadas de torre vigía o faro en la Antigüedad, siempre que podamos corroborar la existencia de construcciones similares de faros o torres con cisternas entre sus dependencias”
Esta es una de las líneas de estudio de laboratorio que se abren ahora tras los trabajos arqueológicos. “De la misma manera”, aseguran, “podríamos también encontrarnos ante un edificio portuario dedicado a abastecer de agua potable a las embarcaciones del puerto baelonense. Cuando finalicen los trabajos de estudios de materiales y arquitectónicos del edificio excavado, podremos extraer unas conclusiones más aproximadas a la funcionalidad y usos del inmueble”.