Con este mensaje de lunes y agosto inyectado en vena, hoy traigo en palabras de A M O R un poema de verano.
Verano necesario, parada. La estación del dolce far niente y unas cañas en la playa después de la noche anterior. Y de tardes de piscina. Invoquemos al verano.
Entrará la luz temprano y tal vez despertaré sin saber qué hora es, dónde estoy o con algo de resaca y eso sólo querrá decir que el paréntesis de agosto ha abierto su primer corchete y que mi preocupación más grande hoy es la marca del bikini. Desayunaré pan con jamón y café americano con canela y antes de agarrar la toalla y disimular las ojeras tras unas gafas de sol, leeré los mensajes del grupo para saber dónde andamos. Dice Alberto que en verano esto parece una diáspora.
Iremos apareciendo todos: Leti en su paraíso del Norte, Chus buscándolo en el Sur; Samuel en algún festival, con esa sonrisa indie suya y Carlos y Rocío con la furgo. José Juan bailando cumbia a su vuelta de Colombia y Raquel en Benicasim. Elsa estará por aquí, dispuesta a tomar unos vinos y Sanmi tal vez la acompañe después de mandar una foto trepando por cualquier árbol e Ivana aparecerá al cabo de dos o tres días porque habrá encontrado el móvil. Y a Alberto se le caerá la baba. Javi Araco y su guitarra asomarán por Caños de Meca y Javier Gómez desde Honduras con su nuevo pelo largo. Carolina, última incorporación, andará un poco perdida conociendo a los Ratones y Rober, que ya era ratón, nos regalará alguna lista de música para el vermú. Hay una canción, «La de los amigos», que no puede describirlo mejor: «Es que sois tan guapos que me quiero morir. / Yo no soy agresiva pero creo que podría / partirme la cara por cualquiera de aquí».
Pues eso, Ratones, que el verano como nuestro grupo es un estado sencillo: A M O R, familia y amigos. Y, como dice Leti, que la libertad siga siendo el vínculo.
Que el poema que aquí dejo nos abra al coraje, a la aventura, al placer y a la alegría y a la emoción más selecta.
Que sean muchas las mañanas de este amable mes de agosto y recuerda, cuando llegue a su fin, que hasta el 23 de septiembre seguirá siendo verano.
Que estés bien.
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Ítaca – Kavafis
Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.