En Madrid se produce una increíble paradoja, cuanta mayor acumulación de riqueza hay en la región, peor es la calidad de sus servicios públicos.
Hace pocas semanas se publicó la edición española de “La paradoja del beneficio”. El ensayo parte de una tesis contrastada e inquietante sobre las relaciones entre mercado y trabajadores del profesor Jan Eeckhout -investigador de la Universitat Pompeu Fabra-.
Simplificando el argumento del ensayo: actualmente las empresas dominantes en la economía globalizada son pocas y han consolidado esa posición gracias a su ventaja tecnológica. El poder de mercado que van acumulando les permite ir anulando la competencia en sus respectivos sectores. Y sabemos que el capitalismo sin competencia no es capitalismo, es explotación.
La falta de competencia está directamente relacionada con el aumento de su cuota de beneficio, un aumento que a partir de la década de los ochenta ha sido descomunal. Y aquí se da la paradoja, en el interior de las empresas ha habido un desplazamiento del dinero, que ha pasado de retribuir el trabajo a retribuir los beneficios y, por tanto, a los propietarios.
Es decir, cuanto más aumentaban los beneficios, más disminuía la parte del pastel que las empresas dedicaban a los salarios. O, dicho con otras palabras: a mayores beneficios, mayor desigualdad.
Hace unos días, el presidente Biden presentó un decreto antimonopolio con 72 iniciativas a cargo de 12 agencias federales, con la única finalidad de favorecer la competencia en todos los ámbitos de la economía. Biden dijo: “No más tolerancia frente a acciones abusivas por parte de los monopolios que den lugar a despidos masivos, precios más altos y menos opciones para los trabajadores y consumidores”. ¿Alguien diría hoy algo parecido en España?
Esa dinámica económica de falta de competencia tiene devastadoras consecuencias políticas y sociales demostradas, y parece haberse naturalizado en la Comunidad de Madrid más que en cualquier otro lugar de España. Así podía leerse en las conclusiones de un informe de Comisiones Obreras sobre el tema “Madrid se distingue por sus niveles de desigualdad salarial”.
El crecimiento económico no se traslada a los salarios de la mayoría trabajadora, que ve como sus ingresos siguen estancados a niveles de hace una década. Es el precio del beneficio. Para controlar dicha dinámica, Eeckhout apuesta por herramientas de política económica que regulen la competencia y eviten esa acumulación de poder de mercado entre pocas empresas.
Así que, para evitar las consecuencias sociales de la paradoja del beneficio -la desigualdad-, son necesarias sin duda medidas antimonopolio e inversión en el Estado del bienestar. En España, la democracia está asociada íntimamente al Estado social, y el mayor logro de ese Estado ha sido, con diferencia, la creación de un sistema de salud pública universal de alta calidad. Atacarlo equivale a roer los cimientos profundos del edificio democrático.
Porque no hay logro histórico comparable a la creación de esa sanidad. Casi nada es sagrado ya en España. Se pueden tumbar mañana todas las estatuas de Colón, quemar todas las banderas, sacrificar todos los mitos históricos y cambiar el nombre de todas las calles, y solo unos pocos rancios se escandalizarán, pero al Gobierno que cierre los centros de salud o las urgencias, o convierta los hospitales en dispensarios de caridad, le esperan el oprobio y la furia. Qué lo tengan en cuenta los partidos que lo intenten.