Los periodos de crisis como los actuales son periodos de cambio y es necesario que la cultura de la izquierda, suponga lo que suponga, se replantee su ideario, aniquile tópicos y corrección política, plantándose ante la actitud tan negativa de la derecha. Hay que sacudirles el polvo a las ideas, hay que moverse, hay que mancharse y hay que arriesgarse porque esto de verdad pincha y duele.
Porque visto lo visto y las declaraciones de Moreno Bonilla sobre los regadíos de Doñana, el barón andaluz, debe elegir entre cumplir con Bruselas o con los regantes. Pero, dice, que la ley no la retirará, piensa dormirla o guardarla de momento en un cajón hasta que pasen las elecciones municipales. Y cuando despertemos el día 29 de mayo de las elecciones “el dinosaurio todavía estará allí”, como decía Monterroso en su breve cuento. Por eso, estará obligado a volver sobre el tema otra vez.
Aquí la discusión se nos ha echado encima en plena campaña electoral, y esta coincidencia nos hace temer que la gestión del agua, que debería ser objeto de acuerdos transpartidistas, pueda acabar sumándose a la enorme lista de asuntos que nos dividen. Lo comprobamos el jueves en el Parlamento andaluz. El plan de regadíos para el entorno de Doñana, y el conflicto institucional y político en el que ha derivado, permanecerá congelado. Luego, seguirá la tramitación y se podrá negociar… o no.
Por eso no sería mala idea ir advirtiendo a los ciudadanos que la verdad procede de los hechos y los hechos proceden del mundo real no de las ideologías, como decía Camus.
El precedente de lo ocurrido en Doñana no es, sin embargo, demasiado ejemplar, pero tuvo la parte buena de desvelar el desmán; la mala es que se notó demasiado que la publicidad del escándalo obedecía a intereses electoralistas. Parece admirable que corramos todos para impedir el inevitable deterioro del parque nacional, pero resulta inquietante que el partido socialista no hubiera tomado medidas drásticas para evitarlo cuando estuvo al frente del Gobierno andaluz.
Que proliferaban allí los pozos ilegales era bien sabido, y que eran tolerados, también. Luego está la desafortunada y ridícula operación del PP ante la Comisión Europea, parapetándose detrás del líder del grupo popular, Manfred Weber, acusando al comisario de Medio Ambiente de hacer electoralismo a favor de los socialistas. Como si este país necesitará una madrastra que medie en nuestros continuos conflictos políticos. De vergüenza.
Me parece muy saludable que los partidos compitan en el eje del ecologismo. Además de inevitable es positivo. Recuerdo el caso de los Verdes alemanes que empujaron a los demás partidos del país a incorporar la cuestión ecologista entre sus principios programáticos. Otra cosa ya es que los partidos no puedan llegar a acuerdos sobre cuáles son las líneas rojas que nunca deben traspasarse en defensa de los fines medioambientales.
En teoría, en el caso de Doñana, la declaración de parque nacional debería haber sido ya suficiente protección, pero en la práctica no ha servido de mucho, como ocurre en el Campo de Gibraltar con nuestros Parques del Estrecho o los Alcornocales. La verdadera garantía reside en impedir que algún partido o promotor pueda obtener réditos electorales o crematísticos específicos por desviarse de los objetivos declarados como necesarios.
La característica general del cambio climático es que se trata de una “catástrofe sin acontecimiento”. No ocurre por la aparición de un virus, la erupción de un volcán o similares derivas de una pérdida de equilibrio: cuando de un estadio hasta entonces estable, se pasa de repente a una situación de inestabilidad radical o un punto de no retorno en el destrozo de los equilibrios ecológicos.
Ignoro si ya lo hemos alcanzado o si estamos a punto. Pero, antes pensábamos que debíamos movilizarnos para evitarlo en nombre de las generaciones futuras, ahora descubrimos con horror que puede afectarnos a nosotros. Banalizarlo con el politiqueo no es solo una irresponsabilidad, es caer en la más burda estupidez. Y, sin embargo, ya sabemos que el PP andaluz reactivará la ley de regadíos en Doñana dos días después de las municipales. Mal vamos.
Un comentario
Hombre. Agua ya no hay pero seguimos construyendo urbanizaciones con campos de golf en Tarifa con muchas más en proyecto.
¿Que pasará cuando no se le pueda suministrar a los nuevos vecinos? ¿A quién les pedimos cuentas, al ayuntamiento? ¿O a las constructoras que se empeñaron en hacer más y más solo por la pasta?