Palabras de aMor en lunes. Por María Eugenia Manzano

Es la iluminación de la alegría
con el silencio que no tiene tiempo.
Claudio Rodríguez

Lunes, 5 de mayo. O martes 6, allá vamos.
No hay nada que temer. Nada. La propia noción del miedo me invita a constatar la creación egoica que es, una creación propia, una ilusión, una emoción natural. En la realidad, no hay nada que temer. Haz la prueba, cierra los ojos. Conecta con tu respiración, ve tan sólo a tu interior. Pronúncialo, no hay nada que temer. Una, dos, tres, cuatro veces. Después vuelve a abrir los ojos. Mira por la ventana. Dilo otra vez. Ojalá silencio, ojalá quietud. Encuentra tu propia paz. Hay un mundo ruidoso ahí afuera y otro dentro de ti. Sospecho que el silencio existe en el segundo y que en el primero no hay nada tan fácil como evitarlo. La ausencia de ruido es algo cada vez más improbable. El silencio se ha convertido en una posibilidad remota que requiere kilómetros de alejamiento hacia la nada y bastante buena suerte: en la nada también hay motores y cada vez más tarados hablando a gritos por el móvil o pensando en alto. Resulta que el silencio en este mundo se vuelve entonces un esfuerzo por oír algo y el ruido se traduce en lo contrario, en no poder huir del sonido. Vivimos en una sociedad donde el ruido es lo normal y el silencio la hostilidad. Lo feliz es el estruendo y el grito eufórico. El silencio, para la muerte. Un minuto de silencio a quien calla para siempre.
El silencio tiene un gran poder para turbarnos, parece claro. Sobre todo a quien no lo ha encontrado. A quien sigue sin saber lo que es. A quienes siguen buscándolo ahí fuera, entre las conversaciones, los bares, la música que estamos casi obligados a escuchar a todas horas, los paseos en pareja, la cháchara mental… El silencio es hacia dentro. Silencio es la mirada de los amantes, una sonrisa cómplice, la fusión en el otro en un momento de eternidad, el vacío de un orgasmo, un segundo de conciencia… y sí, el grave placer de la soledad.
Nuevo día
Claudio Rodríguez
Después de tantos días sin camino y sin casa
y sin dolor siquiera y las campanas solas
y el viento oscuro como el del recuerdo
llega el de hoy.
Cuando ayer el aliento era misterio
y la mirada seca, sin resina,
buscaba un resplandor definitivo,
llega tan delicada y tan sencilla,
tan serena de nueva levadura
esta mañana…
Es la sorpresa de la claridad,
la inocencia de la contemplación,
el secreto que abre con moldura y asombro
la primera nevada y la primera lluvia
lavando el avellano y el olivo
ya muy cerca del mar.
Invisible quietud. Brisa oreando
la melodía que ya no esperaba.
Es la iluminación de la alegría
con el silencio que no tiene tiempo.
Grave placer el de la soledad.
Y no mires el mar porque todo lo sabe
cuando llega la hora
adonde nunca llega el pensamiento
pero sí el mar del alma,
pero sí este momento del aire entre mis manos,
de esta paz que me espera
cuando llega la hora
-dos horas antes de la media noche-
del tercer oleaje, que es el mío.

2 comentarios

  1. Hoy tus palabras de amor dejan un poco de dolor
    Dolor por el desenfreno, por el estruendo, el ruido, el tumulto, que aún cuando sea inherente a la vida misma, da dolor
    Dolor del malo
    Porque parece ser que ahora tenemos dolor del bueno
    Un día nos lo explicas.
    Por favor

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