Ayer sábado, bajo un sol espléndido que parecía bendecir cada rincón de nuestras calles, la ciudad se echó a la calle para ser testigo de una Procesión Magna que quedará grabada en la memoria colectiva. Fue mucho más que un desfile: fue una manifestación viva de fe, arte, emoción y orgullo tarifeño.
Ocho imágenes, ocho joyas de nuestra devoción, recrearon la Pasión de Cristo en un recorrido lleno de respeto, sentimiento y belleza. Desde la Oración del Huerto hasta la Santa Resurrección, cada paso avanzó entre vítores y aplausos, cobijado por un pueblo que siente y vive su tradición como pocas ciudades saben hacerlo. La luz del día acariciaba la imaginería centenaria, mientras el sonido de las bandas envolvía cada esquina con solemnidad y fuerza.


Tarifa se convirtió en un escenario de fe compartida, en un punto de encuentro para vecinos, visitantes y cofrades que quisieron ser parte de este acontecimiento único, organizado con esmero por el Consejo Local de Hermandades y Cofradías, que este año celebra su 50 aniversario. Medio siglo de trabajo, de entrega y de amor por nuestras raíces, culminado con una procesión que elevó el nombre de Tarifa a lo más alto.
Gracias a todas las hermandades, a los costaleros, acólitos, músicos, autoridades y cuerpos de seguridad que hicieron posible una jornada impecable. Pero sobre todo, gracias a la organización por regalarnos una cita histórica, por demostrar que Tarifa sabe unir tradición y emoción en una misma calle.
Ayer, Tarifa no solo celebró una procesión magna… celebró su alma.
Gracias por hacer historia.
OCHO TALLAS
Ocho pasos recorrieron las calles acompañados por sus correspondientes cuerpos de acólitos y representantes de las hermandades. Así, por este orden salieron desde el templo mayor las imágenes de Nuestro Padre Jesús en la Oración del Huerto, Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado (Medinaceli), Nuestro Padre Jesús Nazareno, el Santísimo Cristo de la Salud (de 1682), el Santo Cristo del Consuelo (del siglo XVI), el Santo Cristo Yacente, Nuestra Señora de la Soledad de Santa María (1642) y Nuestro Señor Jesucristo en su Santa Resurrección para representar la Pasión en las calles tarifeñas. Entre vítores y aplausos, el público recibió con fervor la salida de cada una de estas imágenes.
















