IAM/Redacción Los cielos del parque natural del Estrecho, y en particular Tarifa, han sido de nuevo durante marzo y abril un excepcional muestrario de especies que llegan desde África para el periodo de reproducción y cría de pollos en el continente europeo. Técnicos de la Fundación Migres, así como otros especialistas que han utilizado el Centro Internacional de Migración de Aves (CIMA), han constatado un espectáculo natural único.
En concreto, en cuanto a aves planeadoras, están siendo frecuentes los pasos de cigüeñas blancas y negras, halcones abejeros, milanos negros, alimoches, buitres leonados, águilas culebreras, águilas calzadas, aguiluchos laguneros, aguiluchos cenizos, gavilanes, águilas pescadoras y cernícalos primillas.Respecto a las más pequeñas, las paseriformes y afines, se avistan sobre todo vencejos pálidos y comunes, abejarucos, golondrinas comunes y dáuricas, aviones comunes y zapadores. En lo referente a aves marinas, destacan alcatraces, pardelas cenicientas, frailecillos, alcas y págalos grandes.Las aves terrestres, planeadoras, se sirven de las corrientes térmicas que se forman en la superficie de la tierra para sus desplazamientos y evitan el paso por el mar dónde éstas corrientes no se forman. Las aves marinas tienen en el Estrecho la única conexión natural existente entre las dos masas de agua, Atlántico y Mediterráneo.Este viaje hacia Europa es la migración obligada antes de la que se realizará a final de verano en dirección hacia África, paso que enmarcará el tercer Congreso Internacional de Aves y Cambio Global, que organiza la Fundación Migres en el Centro Internacional de Migración de Aves (CIMA). El encuentro acogerá entre el 3 y el 5 de septiembre a participantes de todo el mundo en las flamantes instalaciones ubicadas en Punta Camorro (parque natural del Estrecho). Disfrutarán de talleres, ponencias magistrales, y avistamientos.El congreso supone una referencia para la comunidad científica internacional tras sus ediciones en 2007 y 2010, debido al nivel de los ponentes y a celebrarse in situ en uno de los puntos calientes de biodiversidad: el Estrecho de Gibraltar. Ambos factores contribuyen a que las investigaciones expuestas sean fundamentales para entender el mayor problema ambiental del planeta –el cambio climático- a partir de una referencia tan rigurosa como es el de las migraciones de aves entre los dos continentes.La riqueza faunística –en especial aves, pero también marina- del lugar, permite allí disponer de un auténtico termómetro de la intensidad del cambio global, tan influido por el cambio climático. El Estrecho de Gibraltar constituye zona de paso obligado para más de 30 millones de aves de 380 especies diferentes que migran hacia África tras el periodo nupcial. La gran diversidad de aves, su movilidad y rápida capacidad para responder a los cambios ambientales, las sitúan como grandes indicadores del cambio climático, y el Estrecho se presenta como un observatorio privilegiado para detectar los efectos sobre la biodiversidad.La Fundación Migres lleva organizando el conteo migratorio de aves en el Estrecho desde hace dos decenios. Los datos que ha ido sumando con el trabajo de científicos y voluntarios, resultan hoy imprescindibles para entender si hay cambios o incluso amenazas para uno de los grandes espectáculos de la naturaleza en el planeta.El CIMA representa la mejor infraestructura para la ciencia que ofrece el parque natural del Estrecho de Gibraltar. Los edificios del complejo sirvieron en su día para una batería artillera de vigilancia militar, y hoy se han reconvertido en una dotación que acoge los periodos de investigación de expertos de todo el mundo, por lo que este enclave natural se convierte en un punto de encuentro para la ciencia.Una de las grandes ventajas del Centro Internacional de Migración de Aves es que se encuentra en Punta Camorro, es decir, en el observatorio más cercano a África de toda Europa. En ese balcón a los dos mares se ubica, asimismo, un centro expositivo sobre las migraciones en el Estrecho, con personal y dotación para las visitas escolares.El Congreso, que ofrece un cupo máximo de unos 100 inscritos, cuenta con el patrocinio de la Consejería de Medio Ambiente, Red Eléctrica Española, Fundación EDP y Fundación Cajasol, además de la Unión Europea.