El aparato, denominado Liac, está dirigido a los pacientes que cuentan con un seguimiento radioterapéutico porque ya han recibido parte de su tratamiento en la cirugía, lo que se traduce en una media de cinco a diez sesiones diarias estándar de radioterapia menos por paciente. El hospital estima que, con el acelerador miniaturizado, se podrán realizar más de 150 procedimientos al año. Ya ha operado 35 veces desde principios de 2014 y permite una reducción en un 20 por ciento de pacientes al año, lo que implica entre 500 y 700 visitas de frecuenciación menos. El navegador, que funciona con cámaras infrarrojas, permite aplicar altas dosis en un minuto, «lo que reduce el tiempo de aplicación seis veces menos» que los métodos de tratamiento hasta ahora utilizados, según ha explicado el jefe del departamento de Oncología del Hospital, Felipe Calvo. De esta forma, según los investigadores, con el nuevo robot se reduce la «radiación dispersa» que se concentra en una fracción homogénea, lo que «minimiza la depositada fuera de la zona afectada por el tumor». A la presentación del aparato ha acudido el consejero de Sanidad, Javier Rodríguez, que ha conocido el aparato por medio de las explicaciones de los ingenieros y que ha manifestado su «satisfacción» con lo que supone un «beneficio para el tratamiento oncológico» en los hospitales.ÚTIL EN CÁNCER MAMA Y EN SARCOMAS Esta nueva incorporación en la investigación oncológica permite además tratar a subgrupos de pacientes de muy buen pronóstico con una dosis única evitando toda la radioterapia externa posterior. Se aplica con «gran versatilidad» en el tratamiento curativo de más del 40 por ciento de los cánceres de mama, a cuyas pacientes evita 15 sesiones de radioterapia, es útil en el 30 por ciento de cánceres de recto y en el 70 por ciento de los sarcomas, a los que se evitan las amputaciones. En este quirófano del Hospital Gregorio Marañón, el personal médico dispone de un aplicador de conducción de radiación que se puede visionar a través de las pantallas 3D instaladas. Así se pude predeterminar inmediatamente «la zona, la profundidad y la dosis que recibirá cualquier tejido como hueso, piel, músculo, intestino o vejiga y comprobar si existe riesgo para los tejidos sanos», según Calvo.