El lago, ubicado dentro del cráter Gale donde la sonda «Curiosity» aterrizó en agosto del 2012, probablemente cubría un área de 50 kilómetros de largo y 5 kilómetros de ancho, aunque su tamaño variaba con el tiempo. Análisis de depósitos sedimentarios reunidos por Curiosity muestran que el lago existió por al menos decenas de miles de años, o quizás más, dijo a periodistas el geólogo John Grotzinger, del California Institute of Technology en Pasadena, en la conferencia de la American Geophysical Union en San Francisco. «Hemos llegado a apreciar que es un sistema habitable de ambientes que incluye el lago, los flujos asociados y, cuando el lago estaba seco, aguas subterráneas», dijo. Análisis de arcilla extraída de dos muestras de rocas en el área conocida como Bahía Yellowknife muestran que el lago de agua fresca existió en momentos en que otras partes de Marte estaban secas o cubiertas de pozos poco profundos, ácidos y salados no habitables. En contraste, el lago en el cráter Gale podría haber albergado una clase simple de microbios que se alimentaban de rocas, conocidos como quimiolitoautótrofos, que en la Tierra se encuentran fácilmente en cuevas y conductos hidrotermales en el suelo oceánico, dijo Grotzinger. Los científicos también reportaron que la arcilla, que se forma en presencia de agua, era más joven que lo esperado, un hallazgo que expande la ventana de tiempo en la que Marte podría haber cobijado vida. Estudios previos de artefactos enviados a orbitar, aterrizar y explorar Marte han entregado evidencias crecientes de un pasado más cálido y húmedo en el planeta, similar a la Tierra. Las rocas poseen huellas químicas de interacciones pasadas con agua. La superficie del planeta está repleta de características geológicas provocadas por el agua, como canales, cuencas fluviales secas, deltas de lagos y otros depósitos sedimentarios. Los científicos seguirán buscando rocas que puedan tener mayores concentraciones de orgánicos o mejores condiciones químicas para su preservación, dijo Grotzinger. «Un obstáculo clave que debemos superar es entender cómo esos elementos orgánicos pudieron preservarse en el tiempo, desde cuando ingresaron a la roca hasta cuando los detectamos», dijo la científica Jennifer Eigenbrode del proyecto Curiosity en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland.