Durante su turno de intervención, la tarifeña, investigadora posdoctora de la Universidad de Granada e investigadora en la Universidad de Oporto, ha puesto el acento en el papel que debe jugar la industria agroalimentaria para el cambio climático.
Cádiz Gurrea ha destacado su trabajo en la revalorización de subproductos de la industria alimentaria, una tarea cuya importancia reside en que «la minimización de esos residuos tendrá un gran impacto ambiental».
La tarifeña ha puesto de relieve también la importancia de divulgar ciencia, ya que «la información es la mayor herramienta que tenemos para lograr un cambio».
«Es muy importante sobre todo minimizar los residuos. Hace falta un fuerte impacto en las industrias agroalimentarias, en las economías rurales y en el manejo de los recursos naturales, porque si no encontramos un equilibrio razonable entre alimentar a la población de aquí a 2050 con productos óptimos y eficaces y sin dañar el medioambiente no vamos a llegar a ningún lado», señala.
«Nosotros investigamos para implantar modelos de bioeconomía circular en las industrias agroalimentarias, y ahí la investigación tiene mucho que ver, porque no es tan fácil llegar desde la ciencia a las empresas. Las empresas se mueven por innovación pero también por economía. La transferencia de conocimiento es importantísima», ha afirmado.
La investigadora ha hablado de su trabajo en el grupo de Ingredientes Funcionales de la Universidad de Granada, donde «hacemos una labor muy fuerte por hacer esa transferencia a las empresas para que crean en nuevos modelos que no sólo van a beneficiar a una empresa en concreto, sino que va a llegar a muchas empresas».
El impacto de este trabajo tiene que ver también con la ganadería: «Podemos mejorar los piensos, porque la calidad del pasto al final está mermada y nosotros podemos con los huesos o cáscaras de cualquier producto agroalimentario mejorar piensos, pero también crear nuevos modelos de negocio con productos de alto valor añadido que creen un efecto beneificoso en la salud, ya sea por la industria alimentaria, farmacéutica o la cosmética».
Mariluz Cádiz destaca que «la sociedad ha cambiado. Antes, en una placita comiendo castañas, el impacto era mucho menor. Ahora la producción de cáscaras ha subido muchísimo en los residuos y en cómo los tratamos. El impacto ambiental que tiene ese residuo tiene un impacto económico para las empresas pero también para el medio ambiente».
Para la investigadora tarifeña, el principal compromiso que deben tener las empresas agroalimentarias para ser sostenibles es «que confíen en la investigación, que no se hace de un día para otro. Tenemos que pedir convocatorias, pedir financiación y las empresas tienen que poner de su parte, porque va a revertir en ellos».