Es la foto del día, es de José Serrano…Hay títulos que son preguntas y, al mismo tiempo, respuestas. “¿Un sueño inalcanzable?” es uno de ellos. Así ha querido bautizar José Serrano su recreación con inteligencia artificial del Castillo de Santa Catalina, esa atalaya emblemática que corona el horizonte de Tarifa y que, entre el viento y el mar, parece debatirse entre la historia y el deseo de volver a ser lo que un día fue.
La imagen reconstruida, tan hermosa como evocadora, no solo reinterpreta un edificio: reaviva una ilusión colectiva. En ella se concentra el anhelo de un pueblo que, a pesar del paso del tiempo y los olvidos, sigue soñando con recuperar su patrimonio, su identidad y su orgullo. Porque Tarifa, por encima de todo, no debe perder nunca la capacidad de ilusionarse. Esa misma fuerza que mueve las mareas y las ideas, la que transforma la nostalgia en esperanza y la historia en futuro.
El Castillo de Santa Catalina: una mirada al pasado
Erigido en el siglo XVII, el Castillo de Santa Catalina se alza sobre la pequeña colina que domina la isla y el puerto de Tarifa, con vistas privilegiadas al Estrecho de Gibraltar y al continente africano. Su construcción respondió a una necesidad defensiva: proteger la costa tarifeña frente a incursiones marítimas y garantizar la vigilancia del estratégico paso entre dos mares y dos mundos.

Aunque su diseño recuerda a una fortaleza medieval, en realidad se trata de una obra moderna para su época, ordenada construir hacia 1621 por Felipe IV, en plena política de fortificación de las costas del sur de España. El proyecto se atribuye al ingeniero militar Cristóbal de Rojas, responsable también de parte de las defensas de Cádiz.
A lo largo de los siglos, el castillo ha vivido múltiples etapas:
Sirvió como punto de observación y artillería costera durante los siglos XVII y XVIII.
En el XIX, tras las guerras napoleónicas, cayó en desuso militar y pasó a tener funciones civiles y de vigilancia marítima.
A comienzos del XX, fue adaptado como observatorio meteorológico y estación semafórica, símbolos de una nueva era de comunicación y ciencia.
Sin embargo, el tiempo y el abandono lo han dejado en un estado de ruina melancólica, aunque aún majestuosa. Su silueta sigue siendo una de las más reconocibles del paisaje tarifeño, custodiando el punto más meridional de Europa.
Entre la historia y el porvenir
La recreación digital de José Serrano no es solo una imagen. Es una invitación a imaginar lo posible, a pensar que los sueños, cuando se comparten, dejan de ser inalcanzables. Tarifa, ciudad de frontera y de vientos, ha demostrado una y otra vez que sabe renacer, reinventarse y soñar en grande.
Quizás ese sea el mensaje oculto tras el título: que los sueños solo son inalcanzables mientras nadie los intenta tocar. Y que cada piedra del Castillo de Santa Catalina, cada destello de su historia, guarda aún la promesa de volver a brillar.















