No tiene sentido que en pleno siglo XXI exista un Gobernador representante de la Corona británica en Gibraltar, viviendo en The Covent, y menos que exista todavía una colonia en territorio europeo. Peor aún si esta colonia tiene aprobada una constitución desde 1969, aunque sin derecho a la autodeterminación, de hecho hubo un simulacro de referéndum a favor de la autodeterminación en noviembre del 2002, que fue no vinculante. Parece que esto no importó mucho, porque en el fondo los gibraltareños lo que quieren es ser gibraltareños, sin abandonar la protección de Gran Bretaña, ni enturbiar sus relaciones con la España más próxima, la del Campo de Gibraltar. España de conformidad con la doctrina Castiella dice que los gibraltareños podrán ser lo que quieran, pero que el territorio es irrenunciablemente español. Gran Bretaña siempre vio la importancia logística del Peñón como base militar para la defensa de sus intereses. ¿Pero quién defiende los intereses de los campogibraltareños? Así que después de tres siglos de discordia a los gibraltareño le interesa su verdad, al inglés, su verdad, y al español, la suya. Pero a ninguno de los tres le interesa la verdad que decía Machado, la de todos. El otro Convento, que se encuentra en la finca de La Almoraima hoy propiedad del Estado, es otra antigualla del pasado y fue cerrado el domingo ante el peligro de ser ocupado pacíficamente por un centenar de personas. Protestaban por la intención del Gobierno de privatizar este colosal latifundio de 17.000 hectáreas sin apenas explotación. Los manifestantes, convocados por Ecologistas en Acción, celebraron una asamblea en la puerta de la finca, a pie de carretera, previa a una marcha en coches hasta el castillo de Castellar. Al acto acudió el presidente de la Asociación Valor Ecológico, Ecovalia, Francisco Casero, que a sus 65 años cumple hoy quince días en huelga de hambre reivindicando un cambio de actitud de los gestores públicos ante el aumento de las desigualdades, particularmente en el campo pero generalizadas en toda la sociedad. Casero rechazó en su intervención la pretensión del Gobierno de privatizar La Almoraima, ya que “si PSOE, IU y PP se comprometieron en el Plan Forestal Andaluz a aumentar la superficie forestal pública de Andalucía a un 70 %, no tiene sentido, ni pies ni cabeza, que quieran poner ahora en venta una finca que desde hace 31 años es pública”. Para Francisco Casero en el conflicto de La Almoraima “lo importante es que todas las partes hablen y se entiendan, pero sin perder la propiedad pública”, incidiendo en que “en esta zona es muy importante la ganadería extensiva, que sería la mejor respuesta para la conservación del territorio”. La finca La Almoraima está integrada en el Parque Natural Los Alcornocales, declarado por la Unesco Reserva de la Biosfera. Francisco Casero finalizó sus palabras haciendo un llamamiento a “la solidaridad con toda la inmigración”, ya que “Andalucía debe ser siempre una tierra solidaria y defensora de los derechos humanos”. Así que tenemos en la zona dos Conventos, uno británico y otro español, que representan lo peor de nuestro pasado. Ambos son la peor imagen del imperialismo ingles y el latifundismo español, y ambos corresponsables del subdesarrollo que sufrió y todavía sufre en parte esta Comarca. ¿Algún día encontraremos la fórmula que permita mantener buenas relaciones entre todos los vecinos de nuestra Bahía al margen de la cuestión de la soberanía? ¿Seremos capaces de buscar las alianzas necesarias para mejorar los aprovechamientos de recursos y rentas de esta zona? Entonces y solo entonces, habrá esperanza de progreso para todos los ciudadanos que la habitan. Y se cambiará para todos esa mala imagen del pasado que representan esos dos Conventos.