Palabras de aMor en lunes. Por María Eugenia Manzano

No se cansen de ser buenos, aunque ser bueno no sirva para mucho. Sirve para no arrepentirse con uno mismo. Pepe Mújica.

 

Lunes, 19 de mayo.
Me vuelven a dar las diez comiendo jamón ibérico. Me sabe a mi padre y a mi madre, y me sirvo un vino. Escucho a Beirut. Escribo a Lucía: Confía en lo que estás aprendiendo: algún día te servirá. Confía en lo que estás viviendo: algún día lo recordarás. Confía en tu crecimiento: algún día lo entenderás. Y confía, por encima de todo, en que algo más grande te vela. Aunque a veces no lo veamos, o parezca que no existe… Tú ni caso. De verdad. Confía. La echo de menos.
Voy a la cocina porque así tengo más a mano el pan, la copa, el jamón… ese jamón. Y escribo dónde se metió la musa y me digo  quién sabe. Vuelvo al salón. Miro al cielo, los pináculos. Los apóstoles, las campanas, el rosetón. Chevalieres para Elena, todo un poema. La bondad como remedio. Aunque no sirva para mucho… sigan siendo buenos.
Despedimos a Pepe Mújica, c
oherencia y compromiso hasta el final. Encarnación de una rara forma de autoridad: la que no se impone, sino que se gana. Israel masacra niños mientras canta en Eurovisión. América del Norte se vuelve aún más fascista. Y Mújica, guerrillero, torturado y clandestino, se despide desde el entendimiento de que la democracia no se construye destruyendo al otro, sino escuchándolo, y la claridad de que la progresión del ser humano nunca será hacia el tener, sino hacia el ser, aunque esta sociedad se haya hecho esclava del propio sistema que ha diseñado. Y no fue una pose lo del Pepe, fue su forma de estar. No encuentro mejor modelo de liderazgo. Buen viaje hacia la luz para él. Y ojalá por aquí sea más imitado que recordado.
Las últimas elecciones las ganaron los jacintos. De manera natural, las violetas se emperifollaron, no todos los días se gana. O sí. Y qué más da. Quién anda buscando retos si puede sumarse al baile de las espigas en el mes de mayo, a la danza de los cardos salvajes, al vuelo del diente de león… Luego ganará la borraja. Más tarde, el lirio real. Hubo una revuelta intensa de amapolas de otro valle y las lilas, orgullosas, se irguieron sobre el sendero. Qué esbeltas aparecían, qué color malva en sus ojos. Las margaritas, el pueblo llano, no dejaba de procrear. ¡Ay, mi veredita limpia! Arroyo claro, Fuente Serena. Quién te lavó el pañuelo, saber quisiera. Ay, mi niña bendita, ¡ay el agua! El azúcar se disuelve antes que la sal en el mar. Arena y albero. Jabón de lavar. Salieron los tulipanes entre todas las demás. Nadie los conocía. Los lechos en la hierba buena, son de seres estratosféricos. Pura huella dactilar. Obreros de la conciencia, no vayáis a buscar palabra. Una carcajada, un compás, un llanto, entonar un mantra, una pirueta en butoh. Experiencia de unidad. ¿Cómo voy a meter yo en una frase un milagro? El poemario de María, las lágrimas de la tarde en el Landa, o la playa con Manuel en una foto… No. No vayáis a buscar la palabra.
Cuando una ve, va.


Lo diré estrepitosamente: la máxima creación de la inteligencia es la bondad, que es nuestro máximo nivel solucionador. Esta afirmación suena disparatada porque hemos convertido la bondad en una meliflua resignación sentimentaloide. ¡Qué miopía! La bondad es la genial constructora de la felicidad pública, la enérgica creatividad que produce la justicia. La teleología de la inteligencia nos lleva en la línea teórica a la ciencia y en la práctica a la ética. Y la práctica está por encima de la teoría. Por ello el test definitivo de inteligencia debería ser el test que midiera la bondad. La bondad es la vacuna definitiva. Ya está dicho y veo a mis colegas psicólogos y filósofos echarse las manos a la cabeza. No tienen razón. Defenderé mi tesis con un argumento muy esquemático. El lector puede contestar afirmativa o negativamente a cada paso: “La función de la inteligencia es resolver problemas” (¿Sí o no?). “Los problemas pueden ser teóricos o prácticos. Los teóricos se resuelven cuando se conoce la solución, mientras que los prácticos se resuelven al ponerla en práctica, que suele ser lo más difícil”. (¿Sí o no?). “Los problemas prácticos más transcendentales afectan a la felicidad y a la dignidad de la convivencia y llamamos ética al conjunto de las mejores soluciones”. (¿Si o no?). “A la puesta en práctica de las soluciones éticas es a lo que llamamos bondad”. Si ha aceptado todos los pasos, tiene que concluir que la bondad es la gran manifestación de la inteligencia. Si ha negado alguno, hágamelo saber. Estaré encantado de rebatir su rechazo. Si realmente quisiéramos resolver los problemas, si realmente deseásemos ser felices —cosa que dudo— comenzaríamos una campaña masiva de vacunación intelectual a todos los niveles, antes de que nuestro sistema inmunitario mental entre en cero energético.
José Antonio de la Marina. Filósofo.

3 comentarios

  1. Desde los albores de la humanidad
    Desde Adán y Eva y su manzana
    Entonces fue la manzana que tenía el bicho. Que no era bueno ni malo pero estaba allí
    Siempre hubo bondad
    Y maldad
    Y hoy es difícil distinguir entre la bondadosa
    Y la mala leche
    Etc

  2. Qué necesitas?, preguntó ella, la cuidadora amorosa y solícita.
    Un corazón como el tuyo, respondió él sin filtro en de palabra ni de visión.

    La bondad es la máxima expresión de inteligencia y el fruto natural de los corazones expandidos.
    Viva el reinado de las flores, que saben de amor y coherencia como el gran Pepe Mujica.

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