Reflexión. Por Jesús Fernández

No se trata de poner en duda las buenas intenciones que puedan existir detrás de esta propuesta, pero surge la pregunta: ¿es realmente necesario seguir este camino? No es solo una cuestión de quién está a favor o en contra; aquí hay algo mucho más profundo en juego. Es Tarifa, con su mar, su tierra y sus vientos, los que están en el centro de esta conversación.
A lo largo de los años, hemos visto cómo, con las recurrentes promesas de vivienda y trabajo, se han hecho miles de estropicios en tantos lugares. Lugares que, en su día, fueron hermosos y amables , pero que sucumbieron a los embates de proyectos que solo miraban hacia el futuro y el progreso, sin prestar atención a la herida que dejaban tras de sí. Con el imparable y atractivo lema del desarrollo, se han lapidado rincones únicos, sacrificados en nombre de un bienestar a corto plazo, olvidando que la verdadera riqueza está en lo que se preserva, no en lo que se destruye.
Y no se puede ignorar una cuestión irremediable: después de este proyecto faraónico, vendrán otros, y en poco tiempo —más pronto que tarde— Tarifa será una sombra de lo que es hoy. Ya no será el lugar que muchos deseamos, ese rincón donde la naturaleza, la historia y la tranquilidad conviven en armonía. En su lugar, quedará algo distinto, transformado por una serie de decisiones que han ido moldeando su destino sin detenerse a considerar el impacto acumulado. Porque cada proyecto abre la puerta al siguiente, y lo que un día fue único, pronto se convierte en algo irreconocible.
Es fácil perder de vista lo esencial cuando se mira solo con ojos que buscan el beneficio inmediato,aunque sea colectivo.
Sin embargo, caminar por Tarifa, dejarse envolver por su aire y detenerse a escuchar susurros en el viento, revela una verdad distinta. Entre sus playas, montes y calles se oyen suspiros y, a veces, lamentos. Lamentos de un lugar que nos pide que lo entendamos de otra manera, que lo cuidemos en lugar de simplemente explotarlo.
La verdadera pregunta no es solo qué se puede extraer de Tarifa, sino qué huella dejamos en ella.
No podemos seguir mirando solo hacia lo que se puede obtener, sin considerar el impacto de nuestras acciones. Hay un equilibrio delicado entre el progreso y el respeto por lo que ya está aquí, por lo que nos ha sido dado.
En lugar de apresurarnos a exprimir cada rincón de este lugar, quizás deberíamos detenernos y reflexionar.
Reflexionar sobre el legado que queremos dejar y sobre el valor de preservar lo que hace única a Tarifa. Algún día, alguien tendrá que ver este lugar con otros ojos, comprender su verdadero valor, y darse cuenta de que lo más preciado no es lo que podemos sacar de ella, sino lo que podemos aprender al respetar su esencia.
¿Es posible que, en nuestra prisa por avanzar, estemos olvidando escuchar lo que Tarifa realmente nos dice?
La respuesta no es sencilla, pero merece ser considerada.

Un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

· Noticias de Hoy
· Lo + Leído

Quizás te interese.

Destacamos en Tarifa

Síguenos

Recibe un email al día con las noticias de Tarifa

Se ha enviado el formulario correctamente.

En breve le contactáremos

Muchas Gracias