Yo he sido siempre una enamorada de Tarifa, visitante primero, temporera más tarde y luego empadronada e implicada en la vida de este pueblo que tanto me da. Últimamente, más tranquila y más observadora me ha dado por repasar cómo ha ido cambiando el ambiente. Siempre me encantaron esos altísimos guiris windsurferos lo reconozco, pero verlos en medio de un sitio tan autentico era aún mejor, luego la cosa ha ido acelerándose y el cambio también y pasamos de llegar y ponernos las tanakas a llegar y comprar dos garitos y un piso para alquilar y explotar la zona.
«¿Qué es un auténtico tarifeño y qué es un colono?. Aquí tenemos tópicos y topicazos para echar la tarde debatiendo, desde luego, y eso sin entrar en las castas que tanto les gusta recalcar a algunos. ¿Eres dueño de algún negocio? ¿Resides o visitas?»
Una anécdota de un querido amigo mío fue el detonante de esta reflexión iba él tan tranquilo cuando se cruzó con una colona como a él le gusta llamar a esos nuevos residentes con toda su guasa, pues el caso es que ella gritó contenta a su familia: vais a ver a un auténtico tarifeño! Cual sería su sorpresa, y la mía al escucharlo porque aparte de la gracia ahí reside un mensaje muy interesante. ¿Qué es un auténtico tarifeño y qué es un colono?. Aquí tenemos tópicos y topicazos para echar la tarde debatiendo, desde luego, y eso sin entrar en las castas que tanto les gusta recalcar a algunos. ¿Eres dueño de algún negocio? ¿Resides o visitas? Y por supuesto la guinda al cake, como dicen nuestros vecinos de la roca, ¿cómo de exótica es tu juntera? Porque claro nada como meter a alguien de por aquí para presumir de integración y que tu instagram sea lo más, luego un poquito o un muchito de ese mi muy posesivo delante de cualquier local y ya tenemos la ensalada mixta.
Mientras tanto la vida sigue y el circo cada vez tiene más pistas, podría meterme más en el barro pero eso lo dejo para los comentarios y las tertulias que ahí se pone la cosa más jugosa.