La noticia de la semana a palo seco, o, sea sin comentarios añadidos es la siguiente: “Un tiroteo y un atropello dejan un muerto y un herido en El Saladillo. El suceso se produce en la calle Juan Ramón Jiménez y apunta a un ajuste de cuentas.Los agresores huyen tras los disparos, que acaban con la vida de un joven magrebí de 23 años, que recibió un impacto de bala entre el estómago y el pecho, mientras el herido por un disparo en la pierna, de 34 años, se encuentra ingresado en el hospital Punta Europa fuera de peligro. Al tiroteo se le sumó el atropello posterior de la víctima mortal cuando trataba de refugiarse. El joven de 23 años fallecido este viernes en el transcurso de un tiroteo ocurrido en Algeciras es de origen magrebí, al igual que el varón de 34 que ha resultado herido en una pierna y que, al parecer, se encuentra «fuera de peligro» en el Hospital Punta Europa, según han indicado a Europa Press fuentes cercanas al caso”. A partir de aquí la noticia ha generado una catarata de comentarios para todos los gustos, producidos por la intranquilidad que supone un suceso de este calibre, y que provocaron una gran indignación, y en la que se mezclaban el racismo dada la nacionalidad de los protagonistas y la droga . Y es que este tipo de sucesos genera alarma social que va en proporción inversa al lugar donde produce. Y es que lo es lo mismo un tiroteo con un muerto y un herido y droga de por medio a muchos kilómetros de Algeciras que en una de sus barriadas.