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«Qué duda cabe que una tasa turística ayudaría a los municipios que soportan la masificación turística incontrolada, a paliar las abultadas deudas de origen muchas veces desconocido que amenazan la estabilidad de los consistorios. Pero los problemas que acarrean a la población los negocios de turismo masivo continuarían, es decir, expulsión de la población autóctona en beneficio de unos pocos que se permiten pagar precios millonarios por viviendas no para vivir, masificación de ciudades sin recursos para atender a un incremento artificial de la población, problemas de convivencia y muchos otros que sólo entienden de hacer dinero fácil. Por otro lado existe el turismo clandestino que no entiende de números ni estadísticas si no de aquellos que no asoman al conocimiento de Hacienda, en esto los ayuntamientos-a mi entender- pueden ser culpados de negligencia “in vigilando”, se sabe que en España el turismo no declarado (pisos de alquiler turístico principalmente o contratos veraniegos en dinero negro) mueve millones al año y los responsables de los consistorios suelen encogerse de hombros en un “¿yo qué le voy a hacer?”.
Desde aquí quiero decir que los ayuntamientos tienen que ser la base tanto de la lucha contra el turismo clandestino como tanto las autonomías, el Estado y los entes locales de velar por los intereses generales de los ciudadanos ante la proliferación de turismo de masas que perjudica la población aunque beneficia a unos pocos, controlando dicha masificación, poniendo límites y orden como en otros muchos países de Europa y el mundo con este mismo problema pero con gobernantes a todos los niveles más serios.»