Lunes, primero de agosto.
Dice Manuel Jabois que hay un universo paralelo que funciona según los mensajes que escribimos y no llegamos a enviar, regido por los correos amontonados en la bandeja de borradores, por las llamadas interrumpidas antes de que descuelguen o por las palabras que dejamos de decir cuando, en medio de una conversación, decidimos callar.
Yo creo que dentro de ese mundo intermedio la lengua oficial es otra y conviven a menudo uno, dos o tres idiomas. El de los diarios personales que jamás se compartirán con quienes se co-protagonizan. El lenguaje de lo onírico, que no tiene traducción ni guión ni posibildad de ajuste, o el de la vida que esbozamos en las cartas que escribimos con apenas catorce años y metimos en la carpeta, desde la que a veces llegan frases, voces, palabras casi olvidadas, promesas nunca cumplidas y besos encapsulados dentro del archivador de BUP.
Un espacio de no tiempo sin mapas ni brújulas, sin GPS, en el que es fácil perderse para luego volver a este plano, con el recuerdo cercano de todos sus habitantes.
Y es ahí, en medio de esta vida y la otra, donde pasan cosas extraordinarias. Un pinar entre montañas de mirada azul celeste, invocar a la unidad. El grito de Shiva y Shakti. Reverencia, comunión, honra. Las lágrimas del corazón se ponen bajo la lengua. Un canal dorado por dentro. Un círculo perfecto, una danza. Primero es la compasión, el éxtasis es consecuencia. Creo que lo voy comprendiendo.
En cada interferencia hay mensaje. A veces nos llega aliento desde ese otro universo imposible de descifrar, pero lleno de voluntad para cambiar el rumbo previsto. Puede que escuches los golpes. Atiende. Y deja de anticiparte. Quién sabe si un día como hoy terminas siendo gondolero.
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Tantra es alquimia, puede transformar tus centros, puede transformar los centros del otro, puede crear un ritmo y armonía entre tú y tu amada. Esa es la belleza del Tantra. Es como llevar electricidad a tu casa. Entonces puedes prenderla y apagarla cada vez que quieras. Y puedes tener mil y una maneras de usarla; puede enfriar tu habitación, puede calentar tu habitación. Entonces es un milagro. Estos siete centros en ti no son nada más que centros de electricidad en el cuerpo. Así que, cuando estoy hablando sobre lo que alumbra, no lo veas sólo como un símbolo; me refiero a ello literalmente.