Estas imágenes hablan por sí solas.
El monte que ayer era vida, hoy es silencio y ceniza. Tras el incendio que arrasó parte del paraíso natural que rodea nuestra tierra, lo que queda es un paisaje herido. Árboles calcinados, laderas negras, un aire espeso que aún huele a humo y a pérdida.
Desde el cielo, la magnitud de la tragedia se hace aún más evidente.
Las llamas no solo se llevaron vegetación. Se llevaron hogares de animales, ecosistemas enteros, décadas de crecimiento… Se llevaron un pedazo del alma verde de Tarifa.
Pero en medio de este dolor, también hay esperanza.
Esperanza en cada bombero que luchó sin descanso.
Esperanza en cada vecino que ayudó, que alertó, que abrió su casa o simplemente ofreció agua.
Esperanza en la capacidad que tiene la naturaleza para renacer, aunque tarde tiempo.
Y en nosotros, para aprender, proteger y no mirar hacia otro lado.
Este monte volverá a vestirse de verde. Pero no olvidemos lo que pasó. Cuidémoslo.
Porque lo que arde hoy… es lo que nos faltará mañana.
Un comentario
Creo que se debe exigir una investigación completa sobre los posibles orígenes de este desastre que podría haber derivado en catástrofe (el levante dejó de tener intensidad justo a tiempo para sofocar el incendio). Creo que se debe exigir una vigilancia extrema en toda la zona del Parque Natural del Estrecho y Red Natura 2000, que en Tarifa se ha convertido más que nada, en un Parque de atracciones turísticas y de ocio. ¿Para qué sirven las figuras normativas protectoras del medio ambiente?, ¿qué riesgos existen como este y otros muchos más debido a la masificación turística descontrolada que sufre Tarifa, sus campos, playas y montes?, ¿sabemos cuidar lo nuestro o lo vendemos al mejor postor?
Demasiados veranos de incidentes graves debidos a la turistificación y otros asuntos hacen crear un mar de dudas.