La crisis de suministro de bombonas de gas en Tarifa se ha convertido en un problema crónico que afecta tanto a familias como a negocios locales. Lo que empezó como una cadena de incidencias puntuales se ha transformado en un motivo de indignación generalizada, con usuarios que denuncian esperas de hasta diez días para conseguir una simple bombona de butano o gas licuado. Foto archivo.
«Lo de Cepsa es un cachondeo tremendo. Ahora solo hay un repartidor para Tarifa, Facinas, Tahivilla y Bolonia y directamente no sabes cuándo te repartirán. Hace 9 días encargué para mi casa y todavía no me lo han traído. Hoy tendré que ir a la gasolinera a ver si hay propano.» afirma un hostelero.
En una localidad donde el gas envasado sigue siendo esencial para cocinar, calentar agua o mantener en marcha cocinas industriales, las demoras ya no se perciben como una molestia aislada, sino como un fallo estructural del servicio.
Días de espera y sensación de desamparo
Vecinos y comerciantes coinciden en el mismo relato:
llamadas que no se atienden, reparto irregular, compromiso de entrega que no se cumple y, en algunos casos, la respuesta directa de que “ya no viene más” el repartidor habitual a la zona.
Para muchas familias, esto se traduce en días sin poder cocinar con normalidad o sin agua caliente. Para bares, cafeterías y pequeños negocios, supone algo todavía más grave: inseguridad operativa, riesgo de no poder abrir o de tener que reducir servicio por falta de suministro.
Un problema que trasciende lo local
Según fuentes del sector, el reparto domiciliario de bombonas atraviesa dificultades a nivel nacional. La federación que agrupa a los distribuidores, FEDGLP, ha advertido que, si no se toman medidas inmediatas, el reparto podría verse “gravemente afectado”, poniendo en peligro un servicio que mueve más de 50 millones de bombonas al año.
Entre los factores señalados está el paro o huelga de repartidores para denunciar la escasa retribución por entrega. En ciudades como Madrid ya se han dado casos de suspensión del reparto domiciliario como medida de presión.
Sin embargo, en Tarifa la sensación es que estas tensiones del sector se suman a una realidad previa: una organización deficiente del servicio en la zona que deja a usuarios y empresas en segundo plano.
La respuesta de la empresa: disculpas, promesas y poca mejora visible
Ante las quejas crecientes de los restauradores tarifeños, la federación empresarial del municipio trasladó formalmente una reclamación a la empresa distribuidora de butano. La respuesta de Cepsa llegó en forma de disculpa y promesa de mejora.
La compañía atribuyó las incidencias al cambio en el modelo de distribución, asegurando que los problemas estaban “prácticamente solucionados” y anunciando la puesta en marcha de un Centro de Almacenamiento Local para garantizar un servicio “más rápido y eficiente” en la zona.
Además, recordó los canales disponibles para realizar pedidos:
– Teléfono y WhatsApp: 607 115 835 (con mensaje de confirmación del pedido)
– Web: www.cepsabutanopropano.com
– Atención al cliente: 914 416 416
Incluso se ofreció a contactar directamente con los asociados, siempre que se les facilitaran sus datos.
Sin embargo, sobre el terreno, la realidad sigue siendo la misma: esperas de días, rutas que no se cumplen y una sensación cada vez más extendida de que las disculpas y los anuncios no se traducen en una mejora real del servicio.
Hostelería al límite y usuarios sin alternativa
En una ciudad cuya economía depende en gran medida del turismo y la hostelería, la falta de fiabilidad en un suministro básico como el gas envasado añade presión a un sector ya de por sí frágil y estacional. Cocinas que dependen de bombonas para funcionar no pueden planificar con certeza, y cualquier retraso se convierte en un riesgo para la cuenta de resultados.
Para los usuarios domésticos, el problema tiene una dimensión más íntima:
no se trata solo de incomodidad, sino de la pérdida temporal de un servicio esencial. Cocinar, ducharse con agua caliente o calentar la vivienda puede convertirse en un lujo durante los días en los que la bombona no llega.
Las guías de consumo recuerdan que existe el derecho a reclamar ante problemas de suministro de gas. Pero en la práctica, muchos ciudadanos perciben que el sistema de quejas no está a la altura de la urgencia del problema.
Una indignación que crece
La combinación de promesas incumplidas, retrasos reiterados y respuestas genéricas ha hecho que la indignación crezca tanto entre vecinos como entre empresarios. Desde la federación empresarial local se insiste en que la situación no puede normalizarse ni asumirse como “gaje del oficio” en una ciudad que aspira a consolidarse como destino gastronómico y turístico de primer nivel.
Mientras no se garantice un suministro estable, puntual y digno para hogares y comercios, el problema de las bombonas en Tarifa seguirá siendo mucho más que una simple incidencia logística: será el símbolo de un servicio esencial que, para muchos, ha dejado de estar a la altura de las necesidades reales del municipio.

















