La era de la posverdad.Por: Ángel Luis Jiménez

Al día siguiente de la primera investidura presidencial de Donald Trump, 20 de enero de 2017, su jefe de prensa aseguró que el acontecimiento había congregado a “la mayor audiencia que jamás haya presenciado una investidura”, tanto en persona como en todo el mundo.
Sin lugar a dudas, las pruebas fotográficas lo desmentían, pues sólo comprobando los espectadores de cada uno de los discursos ofrecidos por los presidentes ese día desde principio de este siglo, los de G. Bush en 2003 o B. Obama en 2010, se constataba la falsedad manifiesta.
Pero, cuando la prensa preguntaba cómo se podía defender una falsedad demostrable, Conway, el jefe de prensa de la Casa Blanca, pronunció una frase que estremeció a millones de personas: “Estos son hechos alternativos”. El estupor fue instantáneo. Y el periodista Chuck Todd de la cadena NBC, atónito, apenas alcanzó a replicar: “Mire, los hechos alternativos no son hechos. Son falsedades”. Y así, en cuestión de minutos, se marcó un antes y un después: la era de la posverdad quedaba inaugurada.
Hoy la mentira ha dejado de avergonzar. Se impone con descaro: la escena de Conway defendiendo “hechos alternativos” no fue una anomalía, sino un síntoma. Ya no se trata de la vieja tensión entre razón de Estado y verdad, entre lo que el príncipe calla y lo que el pueblo no debe saber. No, esto es otra cosa, es una suplantación obscena de la realidad misma, un reemplazo progresivo de los hechos por ficciones útiles, sostenidas a fuerza de repetición y mucho volumen. Esta desvergüenza roza lo cómico, como Trump. Y lo más inquietante es que no se trata de un episodio pasajero, sino de una deriva que no deja de crecer.
Sobre esa deriva y la era de la posverdad, la profesora de Ciencias Políticas y columnista de Opinión, Mariam Martinez-Bascuñan, con su experiencia y trayectoria, ha escrito el ensayo “El fin del mundo común. Hannah Arendt y la posverdad”.
La autora con esta obra arroja luz sobre este nuevo paradigma asistida por la presencia e inteligencia de Hannah Arendt. El problema de la aparición de hechos alternativos, posverdades y prementiras no es que estos eliminen la verdad -al fin y al cabo, en política la verdad no es un valor absoluto-, sino que dan al traste con el mundo común que permiten la deliberación democrática.
Sin una imagen compartida de la realidad, es inviable cualquier debate acerca de las cuestiones que nos preocupan y nuestra misma condición de ciudadanos deja de tener sentido. La Pluralidad de miradas solo se puede ejercer si todos vemos lo mismo.
Las ideas de Arendt son de una impactante actualidad en contraste con las de otros pensadores como Orwell, Foucault o Platón. Y a la autora del ensayo le sirven de guía para hablar de una nueva realidad cuya complejidad no debería conducirnos a la desesperación, porque el estimulante conjunto de reflexiones, basadas en el pensamiento de Arendt, se proyectan con voz propia sobre el mundo contemporáneo y nos ofrecen un manantial de interesantes claves de interpretación.
Porque la era de la posverdad, en verdad, nos ha traído un cinismo generalizado que está destruyendo nuestra capacidad de orientarnos en el mundo. Abundan los (ir)responsables políticos que, con sus mentiras, construyen realidades paralelas. Y los ciudadanos se refugian en burbujas donde todos confirman lo que ya pensaban.
Las ideas de la filósofa Hannah Arendt, de cuya muerte se cumplirán pronto los 50 años, nos recuerdan que necesitamos ponernos de acuerdo sobre unos hechos para construir una realidad compartida, un mundo común. Y a partir de ahí, debatir, discutir, disentir, teniendo la certeza de que, si queremos, aún podemos recuperar algo que nunca debimos perder.

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