La directora tunecina Erige Sehiri presenta la película inaugural, ‘Entre las higueras’ en una gala celebrada en el restaurado Cinema Alcázar
Por primera vez el Festival de Cine Africano de Tarifa Tánger-FCAT inaugura una edición en la ciudad del otro lado del Estrecho, en su orilla marroquí. El recién restaurado Cinema Alcázar, un edificio icónico de la época del Protectorado Español en la ciudad, ha acogido una gala en la que ha colaborado el Instituto Cervantes de Tánger con el apoyo de la Embajada de España en Marruecos y la compañía FRS.
Los alcaldes de Tarifa, Francisco Ruiz Giráldez y el de Tánger, Mohammed Bachir ElAbdellaoui han presidido una ceremonia en la que se ha hablado en español y dariya a la que ha dado la bienvenida al público, en plena calle, los Dakka Marrakchia de Tánger con su música popular bereber. A la cita, precedida por la música y por un té con pastas marroquíes, no han faltado el director del Instituto Cervantes en Tánger, el escritor Javier Rioyo ni el agregado cultural de la Embajada de España en Marruecos, José María Davó.
En palabras del alcalde de Tarifa, Ruiz Giráldez, “el FCAT trabaja desde hace 20 años forjando el diálogo cultural entre los dos continentes, así como la histórica relación entre el norte de Marruecos y el sur de la península ibérica. El festival reivindica el Estrecho de Gibraltar como un lazo que une y no como un mar que separa”.
La actriz granadina-tangerina Romina Sánchez ha sido la maestra de ceremonias en una gala que ha tenido entrada libre hasta completar aforo. La cantante tangerina Mouna Diaj acompañada por el guitarrista Mounir Tkako, han puesto música a esta noche histórica del FCAT.
Al final de la ceremonia, la directora del FCAT, Mane Cisneros, ha dado paso al cine presentando a la directora tunecina Erige Sehiri, realizadora del filme que abre el FCAT 2023, Entre las higueras. Una película que también ha podido disfrutar el público de Tarifa en el Teatro Alameda la noche del viernes, introducida por la programadora Marion Berger.
Este filme debut de Sehiri en el largometraje de ficción fue la apuesta tunecina de los Oscar a Mejor Película Internacional. Justo igual que le ocurrió a Alcarrás, de Carla Simón, una película con la que Entre las higueras guarda muchas similitudes, no solo en la historia que narra, sino también en la atmósfera, el tratamiento y la manera de rodar con actores y actrices no profesionales.
La historia se centra en los coqueteos de un grupo de jóvenes, en su mayoría mujeres, mientras recogen la cosecha de higos, fruto que se erige como una metáfora en el filme, con una vitalidad que se impone a las condiciones de explotación a las que se ven sometidas. En la película, los personajes femeninos hablan de su relación con los hombres y del deseo de una forma poco habitual en las películas árabes. Mujeres que expresan los matices entre los distintos grados de libertad que viven las tunecinas, por ejemplo, en la manera de llevar el pañuelo, frente a unos hombres que se encuentran bastante perdidos y con muchas frustraciones.
Entre las higueras ganó varios premios de posproducción en la Mostra de Venecia (Final Cut in Venice), para ser después seleccionada en la 54ª Quincena de Realizadores de Cannes 2022.
“Quería poner cara a estas trabajadoras, normalmente invisibles”, cuenta la directora sobre una historia que surgió al conocer por casualidad a una mujer rural tunecina llamada Fidé. “Así que empecé a escribir mientras escuchaba L’Estaca, una canción de protesta nacida bajo el franquismo [de Lluis Llach]. En su versión árabe tunecina, versión de Yesser Jradi, es una canción sobre el trabajo, el amor y la libertad, que elegí naturalmente como música para los créditos iniciales de la película”, cuenta la directora.
“En realidad es una flor y no una fruta”, exclama sobre los higos, “y sólo comemos higos de hembras. Y si no tienes cuidado, la leche que fluye del tallo puede quemarte los dedos. Hay que tener mucho cuidado al cogerlo. También es una fruta muy sensual, frágil, pero con hojas fuertes, como los personajes de la película. Las higueras son árboles muy hermosos. En verano, hace mucho calor en esta región y puedes esconderte bajo ellas: ofrecen refugio, un respiro. Nos envuelven pero también nos sofocan un poco. Quería construir visualmente la idea de que estas chicas también están asfixiadas en sus vidas necesariamente estrechas debido a la falta de oportunidades y a un entorno familiar conservador”.