Concluidos los ejercicios de entrenamientos conjuntos con las Fuerzas Armadas de Noruega al norte del Círculo Polar Ártico, en una operación sin precedentes en la relación entre EE.UU. y el país escandinavo, el portaaviones estadounidense de propulsión nuclear USS “Gerald R. Ford” (CVN-78), el mayor del mundo en su categoría, ha cruzado en la tarde de ayer por primera vez el Estrecho de Gibraltar, en torno a las 16:00h., en su primer despliegue en el Mediterráneo.
Es el primero de tres unidades de su clase, de 100.000 toneladas de desplazamiento, en un casco de 337 m de eslora, 41 m de manga en la línea de flotación, 78 m de manga en la cubierta de vuelo y 12,50 m de calado, propulsado por dos reactores nucleares A1B, que accionan turbinas de vapor y cuatro ejes e igual número de hélices de paso variable y le permite mantener una velocidad superior a 30 nudos (más de 55km/h), que en la mar, es una velocidad considerable para un coloso como éste.
Autorizado el 10 de septiembre de 2008 y puesto en grada el 13 de noviembre de 2009 el primer bloque de su quilla en el astillero Newpot News, factoría de Hampton Roads (Virginia), dependiente de Northop Grumman Shipbuilding, recibe su nombre en honor al 38º presidente de EE.UU., Gerald R. Ford, fallecido en 2006.
Puesto a flote el 9 de noviembre de 2013 y llamado a reemplazar al portaaviones USS “Enterprise” (CVN-65), en su construcción intervinieron unos 19.000 trabajadores, el 22 de julio de 2017 causó alta en la U.S. Navy, aunque se encuentra en pleno estado operativo y de combate desde 2022.
Aunque se trata de un nuevo diseño, aprovecha diversos elementos de la serie precedente de la clase Nimitz y está preparado para embarcar los nuevos aviones navales Lockheed Martin F-35 Lightning II. Incorpora nueva torre de control de menor tamaño para evitar turbulencias sobre la pista de aterrizaje y una isla más corta, más alta y más próxima al borde, con un nuevo diseño hidrodinámico para conseguir una mayor velocidad del buque.
Según se informa en medios especializados, está equipado con nuevas catapultas electromagnéticas que elimina la necesidad de vapor de agua recalentado, con lo que consigue un 25% más de lanzamientos en una jornada y requiere un 25% menos de tripulación, lo cual supone un ahorro estimado de unos 4.000 millones de dólares en los costes operativos durante un periodo de vida de 50 años.