Vuelve el horario de invierno: una hora más de sueño y un debate que sigue abierto

Como cada año, el último fin de semana de octubre marca el fin del horario de verano en España. En la madrugada del sábado 25 al domingo 26 de octubre, los relojes deberán retrasarse una hora, de modo que a las 03:00 serán las 02:00. Ganamos una hora de descanso, pero también amanecerá y anochecerá antes.

Esta medida, aplicada en toda la Unión Europea desde hace más de cuatro décadas, busca ajustar la jornada a la luz solar y optimizar el consumo energético durante los meses más fríos. Sin embargo, cada vez son más las voces que cuestionan su utilidad real y reclaman una revisión definitiva del sistema de cambio horario.

Una costumbre que podría tener los días contados

La idea de cambiar la hora dos veces al año se remonta a la crisis del petróleo de los años 70, cuando se pretendía aprovechar mejor la luz natural y reducir el uso de electricidad. Hoy, con un consumo energético más eficiente y una vida social y laboral menos dependiente del sol, los beneficios económicos del cambio de hora son mínimos, según varios estudios.

Además, diferentes expertos en salud y sueño han advertido de que estos ajustes temporales pueden afectar al ritmo biológico, provocando durante unos días fatiga, irritabilidad o dificultad para dormir, especialmente en personas mayores y niños.

Más luz por la mañana, más oscuridad por la tarde

Con la entrada en vigor del horario de invierno, amanecerá antes y anochecerá más temprano, algo que muchos agradecen en las primeras horas del día, pero que también puede provocar una sensación de acortamiento del tiempo libre por las tardes. En Tarifa y el resto del Campo de Gibraltar, donde el clima suele ser benigno incluso en otoño, esta modificación marca el inicio de una temporada más tranquila, con menos turismo y una vida local que recupera su ritmo natural.

Reflexión: entre la rutina y la luz

El cambio de hora es, en cierto modo, una metáfora del tiempo que nos gobierna. Cada año lo asumimos sin pensarlo demasiado: movemos las manecillas, cambiamos los relojes del coche o el microondas y seguimos adelante. Pero detrás de ese gesto cotidiano se esconde una pregunta que nos toca a todos:
¿Qué hacemos realmente con el tiempo que ganamos o perdemos?

Quizás la hora extra de sueño de este domingo sirva para recordarnos que el tiempo no se ajusta con un reloj, sino con la forma en que lo vivimos. Tal vez el verdadero cambio que necesitamos no sea de horario, sino de mirada: aprender a aprovechar mejor la luz —la de fuera y la de dentro— antes de que se nos escape otro otoño.

 

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