La feria de Tarifa ha arrancado este año envuelta en emoción, gratitud y recuerdo. La apertura oficial tuvo un protagonista ausente pero presente en cada detalle: Rafael Garrido Pérez, el compañero del cuadro de carpinteros municipal, al que todos llamaban con justicia el “artesano del alma”.
La recreación del Santuario de la Virgen de la Luz, levantada con motivo del 275 aniversario del patronazgo de la Patrona, se convirtió anoche en escenario y símbolo de un homenaje que trasciende lo material. Fue la última obra que Garrido dejó dibujada, un sueño que no pudo ver terminado pero que hoy, gracias a la dedicación de sus compañeros, se ha hecho realidad en la feria.
En el ambiente se palpaba algo más que solemnidad: se sentía el amor que Garrido imprimía en cada decorado y escenario municipal, piezas que no eran meros trabajos de carpintería, sino regalos a su pueblo. “Cada escenario que nos regaló” —recordaban sus compañeros— sigue vivo, como testimonio de una sensibilidad y un talento que trascendían lo técnico para rozar lo espiritual.
El acto oficial de Coronación 2025, que se celebra precisamente en la recreación del Santuario de la Virgen de la Luz, quedará marcado para siempre por este gesto de justicia y de cariño. Porque en cada tabla, en cada arco y en cada pincelada de esta obra póstuma late el corazón de quien hizo de la madera un lenguaje y de su oficio una forma de querer.
Anoche, en Tarifa, el pueblo entendió que las manos de Rafael Garrido no se han apagado: siguen presentes en cada rincón que tocó y en la memoria colectiva de quienes lo conocieron. La Virgen de la Luz tiene desde ahora un santuario doble: el que ilumina la fe de sus devotos y el que guarda para siempre el legado de su artesano.