“La ley de costas ampara el paso y no todo vale en primera línea”.

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Vecinos indignados en Los Lances: «nos ponen puertas al mar»

Los vecinos de la zona norte denuncian el cierre de un acceso histórico a la playa de Los Lances y temen el impacto en la vida local y en los negocios del entorno

“Olía a quemado hace unos días; ahora huele a indignación”. Esa podría ser la frase que mejor resume el ánimo de muchos tarifeños durante este fin de semana. En redes sociales y grupos vecinales no se habla de otra cosa: el cierre del paso tradicional hacia la playa de Los Lances, a la altura de la zona de Huerta del Rey, ha desatado un torrente de comentarios, quejas y reflexiones sobre el modelo de ciudad y el futuro de Tarifa.

La noticia saltó tras publicarse en redes que una empresa —adjudicataria de una parcela que pertenecía al Ministerio de Defensa y fue subastada el pasado junio— ha iniciado el vallado completo del terreno, impidiendo el tránsito peatonal que durante más de cincuenta años ha servido de acceso directo al mar para los vecinos.

“Nos están poniendo puertas al mar”, resumía una vecina con indignación. En apenas unas horas, las publicaciones de Facebook se llenaron de mensajes que mezclaban sorpresa, enfado, sarcasmo y, sobre todo, tristeza.

Medio siglo de paso y costumbre

El camino cortado no es un acceso cualquiera. Durante décadas, los residentes y visitantes lo han usado como atajo natural hacia la playa de Los Lances. Para muchos, era más que un sendero: era parte del paisaje cotidiano, una rutina compartida por generaciones.
Ahora, una valla metálica separa a Tarifa de ese tramo del litoral, en una imagen que ha causado impacto en la ciudad.

Los vecinos denuncian que la obra invade parte de la fachada de un edificio colindante, y que “ni siquiera respeta los tres metros de distancia exigidos por ley”. Aseguran además que los trabajos se amparan en una declaración responsable, pese a existir ya una denuncia presentada por la comunidad y por un local afectado.

“Este paso tiene más de 50 años. No se puede borrar de un día para otro”, señalaba un residente en la publicación que ha sido compartida decenas de veces. Otro añadía con ironía: “Ahora tendremos que pedir un Uber para bajar a la playa”.

Opiniones divididas y malestar creciente

La polémica ha dividido opiniones, como suele ocurrir en Tarifa cuando se trata del mar y del suelo. Algunos vecinos, como Jacinto Panés, recordaban que “si la parcela es privada, sus nuevos dueños tienen derecho a cerrarla”, mientras otros replicaban que “la ley de costas ampara el paso y no todo vale en primera línea”.

Entre los comentarios se mezclaban la ironía y la frustración. “Se empieza así y se acaba como se acaba”, advertía un usuario. Otro lamentaba: “Tarifa se está cerrando sobre sí misma, cada vez más vallada, más privatizada”.

La sensación general es que la ciudad vuelve a tropezar con el mismo debate: el equilibrio entre lo privado y lo público, entre la propiedad y el derecho al acceso libre al mar.

Negocios y vida cotidiana en riesgo

Los establecimientos de la zona de Huerta del Rey también miran con preocupación lo que ocurre. Para muchos, el tránsito peatonal por ese paso representaba un flujo constante de vecinos y turistas hacia la playa, y su cierre puede afectar a la actividad económica de los alrededores.

“En verano, mucha gente bajaba por ahí directamente a Los Lances. Si cierran, perderemos paso, visibilidad y clientela”, explica el propietario de un pequeño local cercano. Otros recuerdan que el acceso también servía para entradas de emergencia y maniobras de bomberos, un aspecto que algunos usuarios de redes han señalado como “riesgo añadido”.

Falta de información y petición de claridad

Por el momento, no se ha hecho pública la identidad del nuevo adjudicatario ni los planes concretos sobre el futuro de la parcela. El Ayuntamiento de Tarifa ha confirmado que el terreno fue subastado por el Ministerio de Defensa y adjudicado en junio, pero no ha trascendido si el proyecto cuenta con los permisos urbanísticos necesarios para ejecutar el cerramiento total.

Ante la incertidumbre, los vecinos han comenzado a recoger firmas y a pedir transparencia y diálogo institucional antes de que la valla sea definitiva.

Una ciudad que teme perder su esencia

Más allá de la polémica, el episodio ha tocado una fibra sensible en Tarifa.
Durante generaciones, los tarifeños han vivido mirando al mar, y cualquier gesto que limite esa relación provoca una reacción emocional inmediata. “Tarifa no puede vivir de espaldas al mar”, decía uno de los comentarios más compartidos.

En pocas horas, el debate vecinal se transformó en símbolo: un recordatorio de que cada valla levantada frente al mar no solo cierra un paso, sino una parte de la identidad colectiva.

Mientras el vallado avanza, la conversación sigue abierta. Entre la nostalgia, la preocupación y la ironía, el comentario del día en Tarifa fue el mismo en cada esquina:
“Nos están cerrando el paso… y con él, un trozo de nuestra historia.”

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