IAM|Redaccion La Tierra se situó entre el sol y la luna la noche del 27 de julio dando lugar al eclipse lunar más largo del siglo XXI. La fase total del fenómeno empezó a las 21:30, hora peninsular española, y tuvo una duración de 102 minutos, ya que la luna pasó cerca del centro de la sombra terrestre.Foto Tomoyuki Hotta
Durante esta fase el satélite reflejó un tono rojizo que le confiere popularmente el nombre de luna de sangre. Aunque el aspecto más llamativo del fenómeno es la espectacularidad de su color, también es útil para que los científicos puedan conocer mejor el estado de la atmósfera terrestre, según Miquel Serra, astrónomo del Instituto de Astrofísico de Canarias (IAC).Al entrar la luna en la sombra de la Tierra, lo lógico sería que fuera invisible desde nuestro planeta. «La vemos porque la atmósfera terrestre produce dos efectos sobre la luz solar», asegura el experto del IAC. El primero es el fenómeno de refracción, una curvatura de los rayos del Sol que rodean la Tierra hasta llegar a la luna. El segundo es similar a lo que ocurre durante un atardecer. La atmósfera dispersa los colores más energéticos de la luz solar, como el verde y el azul, de forma que solo los rayos rojos alcanzan la superficie lunar.
«El resultado es una luna iluminada con tonos cobrizos, y es lo más espectacular», comenta Serra, que lo considera «interesante y bonito porque no se conoce la intensidad del rojo hasta el momento, y depende del estado de la atmósfera terrestre», explica.o.