¿Cómo afectará la actual crisis de la COVID-19 al modelo de negocio del turismo del futuro?

Para evaluar qué impacto puede tener la crisis de la COVID-19 en el futuro modelo de negocio del turismo, hay que tener en cuenta algunos interrogantes:

¿Qué cambios de los producidos en el comportamiento de los consumidores durante la COVID-19 se van a convertir en nuevos hábitos y costumbres tras él?
¿Se logrará tener la vacuna contra la COVID-19? Y si es así, ¿cuándo? Dependiendo de lo que tardemos en tenerla el panorama puede ser uno u otro.
¿Qué nuevo marco regulatorio sanitario se fijará tras esta crisis? ¿qué nuevas normas vamos a tener que cumplir en términos de seguridad, higiene y salud?
La desglobalización (disminución del movimiento de personas, mercancías y capitales), que se empezó tímidamente a atisbar tras la crisis económica del 2008, ¿se acelerará ahora tras la COVID-19?
¿Cómo de profunda será la crisis económica consecuencia de la crisis sanitaria que hemos vivido?
¿Cómo reaccionarán los países y las empresas, ante todo este panorama?
A pesar de todo ello, en mi opinión, se vislumbran algunos cambios que vienen a modificar las tendencias que veníamos observando en el sector del turismo, antes de la COVID-19.

Tendencia #1: Personal Identity: identidades colectivas, estilos de vida y neo-lujo
Veremos cómo se potencia el turismo nacional, por las restricciones obvias al desplazamiento entre países, por los problemas económicos derivados de la crisis económica a la que nos vemos abocados y por el mantenimiento del distanciamiento social para evitar el contagio. Esto puede suponer, por ejemplo, un crecimiento en el turismo rural en zonas de baja densidad poblacional.

Este comportamiento nos llevará a redescubrir nuestra esencia como sociedad y país, fomentando la identidad colectiva, y recuperar la conexión con nuestras costumbres, de las cuales el mundo globalizado nos iba despegando progresivamente.

Tendencia #2: Living Experiences: experiencias únicas
Las experiencias serán el protagonista de los nuevos tiempos. Como condición necesaria, se impondrá la necesidad de garantizar experiencias seguras, desde el punto de vista de la salud e higiene, evitando el contagio y ofreciendo seguridad emocional al viajero sobre su salud.

Pero las experiencias irán mucho mas allá. El confinamiento ha reprimido nuestras ansias de libertad y de disfrute. Ha sido como una olla a presión de emociones y deseos, por lo que a medida que vayamos pasando de fases en la desescalada, la población querrá volver a la normalidad anterior, de disfrute, sobre todo cuando todo ello coincidirá en el tiempo con la temporada alta en el turismo.

En ese contexto, las experiencias locales, conectadas con el entorno, sostenibles medioambientalmente y responsables con la economía local del destino y gastronómicas pueden ser el eje experiencial a desarrollar. De nuevo, lo local, será la clave. Creo que puede ser una estrategia clave para afianzar la marca país y la de las distintas Comunidades Autónomas.

Tendencia #3: Bleisure: adiós a la frontera entre el ocio y el trabajo
Los negocios se han suspendido y la actividad económica se ha paralizado a nivel mundial, y con ella el viajero de negocios. Además, como consecuencia del confinamiento, muchas actividades han “descubierto” el teletrabajo y todo lo que ello comporta en cuanto a gestión de equipos y relaciones con clientes, poniendo en evidencia que determinadas reuniones de trabajo, que implicaban desplazamientos, son innecesarias. Y, por tanto, eliminarlas generará un ahorro en costes y un aumento de productividad a las empresas. Por ello, vamos a un escenario donde se verán reducidos los viajes de negocios, limitándolos a aquellos estrictamente necesarios.

Considerando lo anterior, la tendencia Bleisure cobrará especial relevancia. En esos “viajes imprescindibles” todavía será mas valorado, desde el punto de vista del usuario, que, por la parte profesional, se ofrezca propuestas que redunden en una mayor productividad, al mismo tiempo que, por la personal, sean completadas con una oferta experiencial como la comentada en la tendencia #2: Living Experience. Las estrategias Bleisure deberán crecer y constituir un verdadero valor a ofrecer a esa tipología de viajero.

Tendencia #4: User Tech Experience: tecnología y experiencia de usuario
Lo vivido en la fase de confinamiento por parte de la población ha supuesto un resurgimiento y potenciación de lo digital y, por ello, muchas empresas del sector turístico han apostado durante ese periodo por “hacer vivir” a sus clientes experiencias virtuales desde el confinamiento.

Por otro lado, el uso de las tecnologías 4.0 en las actividades turísticas, que en muchos casos eran consideradas, en la etapa previa al COVID-19, una respuesta innovadora al perfil digital de las nuevas generaciones y podía considerarse en el corto plazo como un plus, ahora pueden ser claves para garantizar el distanciamiento y evitar el contagio (ej.: checking on-line, el servicio con robots, el reconocimiento facial para abrir las puertas o subir al ascensor…).

Por todo ello, se augura un crecimiento de la tecnología, aspecto que puede verse limitado por la dificultad de inversión por parte de las empresas. A menos que las Administraciones Públicas lo incentiven con ayudas públicas.

Tendencia #5: Turismo Sostenible: responsabilidad social-cultural y medioambiental
La disminución del turismo internacional y las restricciones a la movilidad de personas y mercancías ha supuesto un efecto positivo sobre el medioambiente, a través de la reducción de emisión de CO2 a la atmosfera. Nos ha hecho más conscientes y posiblemente el medioambiente será el próximo reto junto con la salud a revisar en muchas de las agendas políticas de los países.

A este factor, hay que sumarle otro aspecto. El problema de overtourism (el exceso de turismo), que muchos destinos experimentaban previo a la COVID-19, se verá reducido tanto por la disminución del volumen global de turistas entre países como por la necesidad de mantener el distanciamiento para evitar contagios. Los modelos de negocios se verán forzados a ser sostenibles medioambientalmente.

Y, por último, hay que tener en cuenta, que la crisis económica nos ha hecho más sensibles a apoyar a los negocios que tenemos cerca, que son los que se han mantenido firmes en la fase álgida de la crisis sanitaria, ayudando a la población a superar el impacto inicial. Veremos como la sociedad agradecerá que el turismo se relacione con los negocios de proximidad, contribuyendo con ello a la fase de recuperación y reforzando su responsabilidad socio-cultural con las economías locales donde se desarrollan.

Por todo ello, se augura un mayor crecimiento de aquellos modelos de negocios que pongan la bandera de sostenible en su actividad.

Tendencia #6: Low cost chic: democratizando el turismo
Esta tendencia de innovación, antes de la crisis, estaba enfocada a lograr una democratización del turismo, haciéndolo accesible a todos los públicos. Mi opinión es que tomará un nuevo giro, motivado tanto por cambios por el lado de la demanda como por el lado de la oferta.

El lado de la demanda: La crisis económica (consecuencia de la crisis sanitaria) que llevará pareja que los presupuestos de los turistas se resientan y, por lo tanto, las estrategias low-cost chic van a ser más que necesarias.
Por el lado de la oferta turística: Será necesario tener modelos de negocio más eficientes, lo cual unido a la necesidad del compromiso con el entorno local antes mencionada, nos llevará a ver un surgimiento de estrategias cross-selling donde el turismo, se entremezclará con la industria local (alimentación, comercio, agricultura, restauración, moda,…) logrando una experiencia más auténtica, al mismo tiempo que se externalizaran actividades que antes eran propias del modelo de negocio (por ejemplo, en lugar de ofrecer restauración en los hoteles, se potenciará la colaboración con la restauración local) e incrementan las inversiones en tecnología.
Antes de la crisis de la COVID-19 decíamos que el modelo de negocio del futuro del turismo sería hipersegmentado y personalizado a las necesidades específicas de cada usuario, ofrecería como propuesta de valor el disfrute de la experiencia y ésta estaría soportada tanto por la tecnología 4.0 como por un conjunto de actividades que serían sostenibles. Todo ello, ofrecido a un precio accesible para que pudiera ser disfrutado por una gran parte de la población. Ahora nos encontramos que en esencia las tendencias se mantendrán, aunque con matices.

Pero en este contexto, ¿cómo podremos mantener la rentabilidad y sostenibilidad económica de los negocios? Se precisa una adaptación a esta nueva realidad. La duda estará en ver cómo las empresas en este contexto de incertidumbre responderán estratégicamente. Nuestro consejo siempre estará en la proactividad, anticipación y en la innovación.

Como sociedad, necesitamos que las empresas reinventen sus modelos de negocios, generando conexiones con otros sectores de la economía (alimentación, agricultura, moda, comercio…) ofreciendo con ello una experiencial integral y única al viajero a la vez que contribuye a la necesaria reactivación de la economía.

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