LA FOTO DEL DIA. Estos días, la playa de Los Lances se ha convertido en un escenario único donde la naturaleza se muestra en toda su delicadeza. Entre las aguas tranquilas y los reflejos dorados del amanecer, los flamencos han hecho de este rincón de Tarifa su refugio, regalando a quienes pasean por la orilla un espectáculo que parece sacado de un cuadro. FOTO Stefan Schmidt
No llegan solos: junto a ellos, avanzan sus crías, pequeñas siluetas grises que siguen de cerca a los adultos, aprendiendo a dar sus primeros pasos en el agua y a buscar alimento en la arena húmeda. La escena, cargada de ternura, recuerda que la vida se abre camino con sencillez, sin grandes gestos, tan solo con la compañía de la marea y el viento.
El contraste entre el rosa elegante de los flamencos adultos y el plumón aún desvaído de las crías crea una estampa que invita a detenerse, a observar en silencio y a dejarse llevar por la calma que transmiten. Es un recordatorio de la fragilidad y la belleza de los ecosistemas que rodean Tarifa, espacios donde conviven especies que encuentran aquí un respiro y un lugar seguro para crecer.
Y este año, además, la llegada de los flamencos se siente como un doble regalo: en pleno mes de despedidas de las aves migratorias, cuando el cielo de Tarifa se llena de alas que parten hacia el sur, la tierra nos ofrece esta otra sorpresa, cercana y tangible, que llena de vida la arena y las aguas poco profundas de Los Lances.
La presencia de estas aves en la playa es también un obsequio para quienes saben mirar con ojos atentos. En cada movimiento pausado, en cada reflejo sobre el agua, late una armonía natural que nos invita a valorar lo que nos rodea y a protegerlo.
Porque a veces, basta un paseo por la playa para descubrir que la poesía no solo se escribe con palabras, sino también con alas, mareas y silencios compartidos.