50 años sin Franco. Por: Ángel Luis Jiménez

En estos días, en un contexto de ácida polémica sobre los actos programados para celebrar la muerte de Franco o el inicio de la democracia, ha aparecido una nueva biografía sobre el dictador escrita por el historiador, Julián Casanova.
En la biografía, el historiador desmonta mitos y leyendas que se han puesto de moda entre los jóvenes en las redes sociales, seguramente porque no conocieron el franquismo. Por eso hay que analizar el pasado, sino no avanzamos.
También en estos días ha sido noticia que el Gobierno destinará más de 30 millones de euros al proyecto de resignificación del valle de Cuelgamuros, para dar cumplimiento a la Ley de Memoria Histórica.
En breve se publicarán las bases del concurso internacional de ideas para poner en marcha un centro de interpretación que incluirá la musealización de la Basílica del Valle.
El Gobierno ha tenido muy claro que hay que dotar a este lugar de un nuevo significado para que invite al encuentro, la reflexión, el diálogo, pero también para abordar la memoria histórica desde el rigor científico sin tergiversar la realidad de lo que allí sucedió.
50 años después de la muerte de la persona que estuvo 40 años en el poder, y que marcó la vida de España, es un buen momento para explicarles a los ciudadanos muchísimas cosas que están sin explicar.
La fecha merece una conmemoración y la ciudadanía de este país debe conocer la cruel represión que la dictadura de Franco ejerció sobre la mayoría de los españoles. Un Gobierno democrático, socialista o no, no debería tener ninguna duda sobre este tema en 2025.
Tenemos una peculiaridad, y no está en Sánchez, sino en el PP que nunca va a participar en esto. La derecha de este país no ha sabido abordar nunca con libertad un pasado que también perteneció a la derecha de otros países europeos.
En España no existe un Día de la Liberación como en otros muchos países europeos, donde se celebra el fin de la ocupación y de la dictadura nazi o fascista.
En España el franquismo duró muchos años, y el dictador murió en la cama. Eso no significa que no hubiera cientos, miles de hombres y mujeres españoles que a lo largo de todos esos años intentaron liberar al país de aquella dictadura y que pagaron su determinación y valentía a veces con su vida, a veces con la cárcel, el exilio o el destierro.
La inmensa mayoría procedía de asociaciones vecinales, del movimiento sindical y de partidos políticos de izquierda clandestinos, pero también hubo hombres y mujeres que se reclamaban como parte de una derecha democrática y europeísta que aportaron su lucha a esa causa común.
Hombres y mujeres españoles que lucharon para nuestro propio y nunca alcanzado Día de la Liberación y que se merecen la existencia de un tiempo al año donde se los recuerde y se les muestre agradecimiento. También es un buen momento para explicarles a los ciudadanos muchísimas cosas que se ignoran sobre el régimen franquista.
Los jóvenes españoles deberían saber a quiénes abrazar y por qué mostrar desprecio hacia la figura de un militar perjuro que se apropió de todos los poderes y persiguió sin piedad a quienes le contradecían, sin olvidar que fue responsable de una guerra civil que causó tanta muerte y desolación.
Ahora es Vox quien intenta recobrar el legado de Franco y rehabilitar su figura. Por eso conviene recordar que quienes de verdad lo conocieron, los españoles vivos en 1977, le dieron decididamente la espalda. En las primeras elecciones libres, los herederos de aquel legado franquista obtuvieron solo 1,5 millones de votos.
Creer que solo la aprobación de la Constitución merece el homenaje de los españoles es un error. La Constitución de 1978, no cabe duda, logró unos niveles de consenso imprescindibles para consolidar el proceso democrático en marcha y abrió un fructífero periodo de estabilidad. Pero esa Constitución, y esa estabilidad, no hubieran sido posibles sin la recuperación previa de las libertades y la decisión de los españoles de aquel momento de repudiar claramente el franquismo y la figura del dictador.
Así que, esta iniciativa del Gobierno, poniendo en marcha este año una serie de eventos bajo el lema España en Libertad, no es para conmemorar la muerte de Franco, sino la libertad del país, ligada a las primeras elecciones libres celebradas en junio de 1977. Estas elecciones marcan el auténtico proceso de Transición, mucho más que la desaparición física del dictador. Ahora, Núñez Feijóo dice que recordar la muerte de Franco, le da “mucha pereza”. Sin pensar que, si no nos enfrentamos a nuestro pasado, estamos condenados a repetirlo.
Además, conmemorar la muerte del dictador sería absurdo, pero olvidar lo que significó, “por pereza”, es dañino. Esta derecha, que no ha sabido abordar nunca con libertad nuestro pasado, podría mirarse en Adenauer, dirigente de la democracia cristiana alemana, para entender que a estas alturas todo lo que sea fascismo o autoritarismo no vale. Y en esa estamos.

2 comentarios

  1. No. Ahora no es Vox quien resucita a Franco. No. Ese es el argumento falaz y por mil veces proclamado no es veraz. Franco estaba muerto pero lo resucitan los que se toman la revancha por complejo de herencia. Los que se arrogan la veracidad de una hechos y opiniones que están lejos de ser unívocas.

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