Ayer se celebró en España el día de la mujer. Con estos días marcados en el calendario, como el Día de los enamorados, el día de los Derechos Humanos o el día del Medioambiente me rebelo bastante. Es como si los otros 364 días pudieras denigrar a las mujeres, odiar a tu pareja, explotar a los trabajadores o talar el Amazonas.
Soy mujer desde mi nacimiento y me puedo definir como heterosexual, aunque si en mi adolescencia hubiera habido la información, libertad y posibilidades que hay ahora, probablemente hubiera explorado al menos por un tiempo otros caminos. Si en la época en la que me dio por vestirme con ropa de hombre y de sentirme ajena a todo lo femenino hubiera dado con un entorno afín y unas leyes más permisivas, es probable que me hubiera planteado otras opciones.
En cuanto a los asuntos de género y preferencias sexuales, me quedo con la explicación que José Luis Sampedro hizo en su libro El amante lesbiano (2000). En él expone que el género y las preferencias sexuales no se pueden clasificar en términos de blanco o negro, sino como una infinita escala de grises. Una persona puede considerarse femenina un 80% y masculina un 20%. Ahí caben todas las proporciones posibles, y además esta proporción no es fija, ya que puede variar y evolucionar. Por otra parte está la atracción hacia otros géneros. Puedes sentirte 80% femenina y sentirte atraída un 60% hacia los hombres y un 40% hacia las mujeres, o sentirte un 90% macho y sentirte atraído un 90% hacia los hombres… todo cabe y cambia y de nada sirve intentar encasillar, obviar todas las posibles opciones y simplificar clasificando entre hombre/mujer o hetero/gay.
Por otra partea, la parte femenina y masculina se refleja en la concepción del yin y el yang, cada cosa tiene su opuesto que a la vez es complementario y que alberga dentro de sí parte del contrario.
Todas las personas tenemos en nosotras parte femenina o yin y parte masculina o yang. Lo yin o femenino está asociado a la sensibilidad, el autocuidado, el cuidado de los otros, la fluidez, la intuición, la cooperación y el mundo interior…, el yang está asociado a la fuerza, el ímpetu, los límites, la potencia, el cazador y el guerrero…
Cada persona llevamos dentro de sí ambas fuerzas complementarias, y hay que cuidar de ambas para lograr el equilibrio necesario en cada momento. Si una persona (hombre o mujer) está triste o se siente vulnerable, puede conectar con su parte yin, cuidarse, ir hacia dentro y permitirse descansar, caerse, llorar, pedir ayuda. Otras veces las circunstancias piden conectar con la parte yang, con la parte fuerte, de lucha, reivindicación, logro de objetivos, protección y defensa.
Las creencias, la educación, el entorno y las costumbres tienden a limitarnos en una u otro lado. Nos han dicho que las mujeres son frágiles, débiles, que no puede luchar, competir ni usar la fuerza, que dependemos de los hombres para que nos cuiden y nos protejan. Los hombres tienen que ser muy machos, no permitirse el llanto ni la vulnerabilidad, no bailan, no conectan con sus emociones, no se sinceran, no abrazan y no piden ayuda. Todos representamos nuestro papel desde el nacimiento lo que implica amputarse la otra parte con su correspondiente dolor y frustración.
El día 8 de marzo, propongo celebrar la parte femenina que todos llevamos dentro en vez de alimentar el enfrentamiento entre hombres y mujeres y tristemente también entre los dos bloques feministas que trabajan en defensa de la mujer. Propongo celebrar y honrar lo femenino, lo que se asocia a la sensibilidad, al cuidado de los demás y al autocuidado, a la generación y creación y protección de la vida en todas sus facetas, a la creatividad, la fluidez, la intuición, la introspección, la compasión, la vulnerabilidad, la suavidad, la lentitud, la complicidad. Y desde ese lugar, abrirnos, acoger y conectar también con lo masculino, con la parte yang que llevamos cada una de las personas, con la fuerza, el ímpetu, la potencia, la defensa, la proactividad y los límites. Veamos que ambas partes se complementan, se potencian, se contienen…se necesitan.
Dicho esto, creo que todos, hombres y mujeres, deberíamos contactar con nuestra parte yang y unirnos para luchar contra todas las injusticias de trato hacia las mujeres en España y también contra todas las barbaridades que tienen que soportar en otros países… Cada vez que pienso en la ablación de clítoris en África, la prohibición de educación y de todo tipo de derechos en Afganistán e Irán, los matrimonios infantiles en India y Pakistán, la explotación sexual en casi todos los países… no entiendo cómo dejamos que ocurra sin hacer nada para remediarlo o al menos combatirlo. Tan injusto o más me parecen esas acciones como la invasión de Rusia a Ucrania, que ha recibido el apoyo unánime y los recursos de todos los países Europeos y USA.
Celebremos lo que nos acerca y lo que nos une, lo que nos hace más grandes y más plenas y no lo que nos separa. Pero también reivindiquemos los derechos de las mujeres en todos los lugares dónde serlo, implica habitar en el infierno.