Lunes, Palabras de AMOR. María Eugenia Manzano.

¿Por qué he de preocuparme? No es asunto mío pensar en mí. Asunto mío es pensar en Dios. Es cosa de Dios pensar en mí.
Simone Weil
Lunes, 15 de enero.
La Vida no para. Trae de todo todo el rato, acción en todos los niveles. Podemos facilitar su flujo o llenar el cauce de obstáculos con  ideas preconcebidas, con los juicios, con la queja, con nuestra incesante exigencia…. o pararnos a limpiar. Vaciar. Permitir a la energía sagrada y única de la Vida que siga su camino, de alguna forma circular, desde la Fuente desconocida, y detenernos a depurar las aguas. La preocupación es un pensamiento. Respiro. Aunque a veces cueste entenderlo, tan sólo nos llega aquello para lo que ya estamos listos. No más. Respiro.
De la raíz a las estrellas se llega por camino estrecho. Del coxis a la coronilla, parece un trayecto corto, pero es de tránsito lento.  Presencia, adulta, canal. Quietud y soberanía. Humildad para mirar eso de tener que hacerlo sola y recordar, ¡ay, mi Sur! que casi nunca es pá tanto.
De la raíz a las estrellas. Bienvenido 24.
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Simone Weil.
Fragmentos.
El amor es la expresión infinita de la necesidad del otro, hasta el punto de salvarme por su existencia. Eso no significa que sea una necesidad ciega que proyecta el otro sobre mí misma como si fuera un fantasma, sino que me exige establecer un compromiso con otra existencia con la que deseo compartir mi mundo. El amor es apertura. De ahí que el amor de Narciso sea impracticable. El amor a uno mismo es el único amor, pero sólo Dios puede amarse a sí mismo, por eso no hay para nosotros otro amor que rezar para que Dios se ame a través nuestro.
No es posible amar al otro si no lo considero un igual a mí. Aunque tampoco eso basta para experimentar el amor puro. También yo me amo y sin embargo puedo hacerme daño. Se ama verdaderamente cuando se mantiene la distancia necesaria con el otro, que es quien me salva con su sola existencia, para lo cual debe permanecer separado de mí. Cuando el afecto de un ser humano hacia otro está constituido únicamente sobre la necesidad es atroz. Pocas cosas existen que adquieran ese grado de fealdad y horror. Por tanto, la distancia es la única condición que hace posible el amor puro y desinteresado, que no desapasionado.
(…)
El que ama se muestra indiferente a sus miserias. Su sufrimiento, su indignidad, en tanto sepa que aquello que ama es feliz. Qué importa que no haya gozo en mí si perpetuamente hay gozo perfecto en Dios. Lo mismo respecto a la bondad, la inteligencia y todo lo demás. El amor de la persona feliz consiste en querer compartir el sufrimiento del amado infeliz. El amor del que es infeliz se colma por el simple conocimiento de que el amado vive la alegría, sin tener parte en esa alegría y ni siquiera desear tener parte en ella. El amor tiene deseo de realidad. ¿Habrá algo más atroz que descubrir un día que se ama a través de una apariencia corporal a un ser imaginario? Mucho más atroz que la muerte porque la muerte no impide que el amado haya sido. Es el castigo por el crimen de haber alimentado el amor con la imaginación. Tratar de amar sin imaginar, amar la apariencia desnuda y sin interpretación. En el terreno de la inteligencia, la humildad no es otra cosa que atención. De un modo general, la humildad es amor sin reciprocidad.