IAM/ALJ Conmemoramos este mes el 50º aniversario del Mayo francés, que no es exclusivamente francés, y que empieza antes y acaba después de esa fecha. Uno de esos momentos que abre la compuerta de una nueva época que todavía es la nuestra.
En Mayo del 68 no hubo en Francia una revolución, pero si un acontecimiento histórico sui géneris, acompañado de una huelga general que paralizó el país. Esta revolución nunca fue una revolución, porque no había héroes identificados, ni vencedores o vencidos, ni una fecha única, ni una conmemoración oficial. Sólo hay una cosa clara, el tremendo lio que armaron los estudiantes en París poniendo en jaque al Estado francés. También hubo revueltas en Japón, Polonia, Alemania, Italia, Checoslovaquia, México y Estados Unidos.Aunque los episodios que sacudieron distintas partes del mundo parecen no tener mucho en común como, por ejemplo, la entrada de los tanques soviéticos en Praga o la brutal represión en México DF que produjeron más de 200 muertos, sin embargo, compartieron algunos rasgos. Sus protagonistas fueron los jóvenes, que a partir de entonces pasaron a convertirse en categoría política. Los definía su radical rechazo a cualquier forma de autoridad, su afán descarado de afirmación personal, y la demanda de una democracia más avanzada, cuyos ecos aún no se han apagado.Además, estaba el rechazo generalizado a la guerra de Vietnam. Y una mezcla explosiva de rebeldía que bebía en la sagrada trinidad de “sexo, drogas y rock and roll”, y los retos revolucionarios de quienes perseguían una sociedad nueva al hilo de los líderes más variopintos, desde Trotski y Mao al Che Guevara pasando por Ho Chí Minh. Ese Mao de la Revolución Cultural (1966-1968) y su Pequeño Libro Rojo que ejercía el poder como un dios infalible que no argumenta, sino ordena.Hoy día un 88% de personas de izquierda aprueban la herencia de Mayo del 68, lógico teniendo en cuenta que fue un movimiento izquierdista. Lo llamativo es que un 59% de personas adscritas a la derecha tradicional, también suscriben esta opinión, posiblemente debido a la lejanía del momento y su transformación en un acontecimiento histórico que ya no afecta a la mayoría. Por eso, el presidente Macron, dice, “el Mayo del 68 fue solo un momento, que ya pasó”.Pero está equivocado, pues del Mayo del 68 ha quedado una herencia cultural enorme: el movimiento de las mujeres, el de los inmigrantes o el de los homosexuales. Alan Krivine, uno de los líderes de Mayo del 68 y militante trotskista, comentaba el martes durante la manifestación del 1 de mayo en París: “Atención: gracias al 68 y después del 68, el mayo francés sin ser un movimiento feminista ni a favor de los derechos homosexuales o de los inmigrantes, sí creó las condiciones para que estos combates se libraran en los años siguientes”.Como he dicho esta revolución, más cultural que política -en el principio de casi toda revolución está la cultura-, no acabará nunca, porque en cada revolución está en juego que los que nos sucedan puedan seguir escribiendo sus propias historias inacabadas. Mayo del 68 es una fecha que nunca se extinguirá. El sociólogo francés Alain Touraine que ha dedicado mucho tiempo “al largo 68”, dice “no lograron cambiar el mundo pero abrieron las puertas a un mundo diferente».