Palabras de AMOR en lunes. Por María Eugenia Manzano.

Baila, niña, baila
y que se vea el caos
bajo tus faldas.
(Isabel Escudero)
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Lunes, 22 de mayo. Algunas veces me escapo. Me escapo a mirar otro mar, otro cielo, otro horizonte, el perfil de otra ciudad con otras farolas delante, y aprendo a jugar a otros juegos, a bailar con otros ritmos, a cantar otras canciones y a beber otros vinos. Algunos días me escapo. Y veo amanecer sobre piedra y atardecer frente a una playa.
Un mes entre cielo y mar, entre enfermedad y salud, entre el frío y el calor, en medio del norte y del sur.
En los bordes del Oráculo también hubo desbordamientos.
Detrás de muchas preguntas están las respuestas que sabemos, que esperamos escuchar, que queremos… y otras que nos dejan en bragas. Son las más valiosas. Sólo hace falta tiempo, una dosis de humildad y tener un par de huevos para respirar, parar en seco y rendirse a la evidencia. Y tú ve y díselo: Que está dentro de nosotros. Ahora lo voy entendiendo. Todo era necesario. Diciembre, la celebración, el golpe seco; el luto en enero, el Misterio, la tristeza y la alegría, ¡que es a través del cuerpo! Abandonar la palabra. Que habrá muerte, pérdida y dolor, y la vida, en su natural derecho, seguirá abriéndose paso, y pujará con nuestra luz en el camino iniciado. Y ahí, no sólo soltarte ya, mi querido, en tu propio vuelo, sino comprender al fin que debía ser así para poder seguir yo el mío… y despejar los canales. Con la falda remangada, danzando libre, consciente, sensual, alegre y auténtica… ¡y ojalá no se nos entienda nunca!
Me postro ante el Universo.
Algunas veces me escapo sin saber a dónde voy, y voy, y lo encuentro todo. Aunque me cueste unos días.
Que este lunes sea un lunes bueno y la semana también.
Tú puedes ver los milagros.
Que en este día estés bien.

 

Ame-no-Uzume-no mikoto
El mito japonés de la Diosa de las artes, la fertilidad y la danza
(extraído del libro Teatro de Presencia Social de Arawana Hayashi)

Amaterasu-Õmikami, la diosa del sol, tenía dos hermanos, Tsukiyomi-no-mikoto, la luna, y Susanoo, la tormenta. A Tsukiyomi-no-mikoto le gustó compartir los cielos con su hermana pero Susanoo expresó su descontento por haber sido relegado a los fondos marinos y causó estragos que destruyeron el equilibrio entre el cielo y la tierra. Susanoo produjo un clima extremo, profanó lugares sagrados en la naturaleza y finalmente mató a uno de los asistentes de su hermana.
Amaterasu estaba tan enfadada que se escondió en una cueva y no hubo luz ni calor ni en el cielo ni en la tierra. La comunidad de diosas y dioses se reunió afuera de la cueva y le suplicaron y rezaron, trajeron un gallo cuyo canto señalaba la primera luz de la madrugada, hicieron ofrendas, y trajeron un árbol sagrado en el que colgaron joyas y un espejo. Pero el sol no salía y el miedo aumentó.
Entonces, la diosa Ame-no-Uzume-no mikoto dio un paso adelante, tomó una tinaja de madera, la puso boca abajo, se subió en ella y comenzó a bailar de forma juguetona. Se subió la falda y zapateó. Todos estaban sorprendidos pero comenzaron a reírse mientras ella seguía bailando.
Amaterasu-Õmikami sintió curiosidad. ¿Por qué todos reían en un momento tan serio? y empujó la piedra que cerraba la cueva y se asomó. A través de la rendija abierta vio su propia imagen brillante reflejada en el espejo colgado del árbol sasaki y el reconocimiento de su propio resplandor la sedujeron para salir y la comunidad cerró la entrada de la cueva rápidamente con una cuerda mágica trenzada.
Se dice que Ame-no-Uzume-no-mikoto es la diosa de las artes, de la fertilidad, de la alegría y el júbilo, de la danza, de la armonía y de la meditación. Sus nombres de alabanza significan «la Gran Persuasora» y «la Mujer Inquietante Celestial». Se la celebra y venera en el Gran Santuario de Tsubaki en Mie, Japón y su historia es contada a través de generaciones. Ella no se sintió abrumada por la oscuridad, reconoció su propio rol y tuvo el valor (o la locura necesaria) de actuar. Su gesto fresco e inesperado celebró la vida y fue el «movimiento verdadero» que sacó al sol de su escondite. El movimiento verdadero de la comunidad fue la sabiduría de traer el espejo que permitió a la diosa del sol ver su propia naturaleza brillante y regresar al mundo. No olvidaron su luz.

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