«Los objetos de oro, encerrados en el canastillo, eran: la piña (símbolo de la fecundidad, de la generación), la serpiente en espiral (evolución universal del alma; caída en la materia y rendención por el espíritu) y el huevo (recordando la esfera o perfección divina, objetivo del hombre).» Édouard Schuré
Lunes, 6 de noviembre, el viento me cruza la cara.
¿Qué hace con mi pelo y mis labios? Enredarlos aún más. Si cabe. Y dejar la puerta abierta, el canal limpio, puente de ramas. A veces el aire penetra y despeja la confusión. O ayuda. Y sopla sobre lo viejo y una se queda ahí, con claridad pero aturdida, apelando a la paciencia y también a la confianza. Con miedo a perder lo que fue, con miedo a quedarse en bragas o a que, por expresar el miedo, lo que no quiero que se vaya se pierda. Deméter buscando a Perséfone, Misterios de la Doble Diosa. Mundo y submundo, luces y sombras. Otoño de recogida, los granos de la granada, cosecha y abundancia, ¡aho! Como suele recordarme Elsa, la tierra de todo nos colma. Y menos intervención, por favor, que todo sea mucho más simple. Dejemos a un lado los egos. Que la ausencia de la acción facilita el movimiento y nosotros somos sólo hilos. El tejido es del Universo.
Contemplo la obra, miro al frente. Me digo que las catedrales se elevan del infrasuelo al cielo, del lamento de lo oscuro al gozo de alcanzar a Dios, una piedra sobre otra, y que guardan el Misterio en una cajita sagrada.
Mamá, para decidir eso, ya es un poco tarde ¿no? Me quedo entre sentirme vieja y la contemplación de la obra, mensaje y mensajero incluídos. Y otra vez la claridad: lo más importante que venía yo a hacer aquí, lo he hecho.
Que este lunes sea bueno.
Que la bofetada del viento nos deje confusos, anonadados, perplejos para ver lo que hay detrás.
Y que hoy puedas estar bien.
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Dante Gabriel Rossetti
Sudden Light
Yo estuve aquí antes,
pero no puedo decir ni cuándo ni cómo:
conozco el prado del otro lado de la puerta,
el aroma dulce e intenso,
el sonido susurrante, las luces a lo largo de la costa.
Has sido mía antes −
No puedo saber hace cuánto:
Pero hace un momento cuando remontó vuelo esa golondrina
y giraste tu cuello de esa forma,
cayó algún velo − lo supe todo, lo reconocí.
¿Ha sido esto antes así?
¿Y entonces no será que el vuelo arremolinado del tiempo
restaura con nuestras vidas nuestro amor
a pesar de la muerte,
y el día y la noche nos dan este deleite una vez más?
Entonces, ahora − ¡por ventura otra vez!…
¡Alrededor de mis ojos tiembla tu pelo!
¿No volveremos a estar como estamos ahora, acostados
y así, en nombre del amor,
dormir, y despertar, y no romper nunca la cadena?
2 comentarios
Genial!
Y las palabras se las llevó el viento