Palabras de aMor en lunes. Por María Eugenia Manzano

Porque yo no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja,
pero sí un pulso herido que ronda las cosas del otro lado. 
Federico García
Lunes, 2 de septiembre. Rebañamos el plato del verano. Agosto y su intensidad hasta el último momento nos deja varados en la arena, un poco más inertes, más muertos al sol, más morenos y más humanos que cuando le hincamos el diente a julio.
Hemos ido y hemos vuelto. Nos hemos desnudado en el mar. Y en el río de las mujeres. Y en las calles del FKK. Le hemos sacado la lengua al ejército de tierra desde su propia atalaya. Pura metáfora. Hemos descubierto la mitad. Y el gazpacho de J.Frankling. Y el palmeral. Nos hemos dicho a la cara lo que durante el resto del año nos escribimos por guasap, en las fiestas del pueblo, claro, que para esto están. Para abrazar, brindar, reírnos, bailar como en una boda con tus primos, y llegar a casa reventada.
Hice un vídeo a una libélula que vino a desayunar conmigo, y a una mariposa en la playa. Pregunté a ChapGPT por la probabilidad de que aparezca un secreto inconfesable en la mesilla de noche de tu ex y me respondió que «la naturaleza impredecible de estos eventos los hace pertenecer más a una comedia romántica o a un mal día que a la realidad». Terminaré por escribirlo.
Los mejores días de playa no han sido días de playa. Hemos ido a Benidorm, hemos vuelto del Camino. Nos mojamos en Comillas, compensamos con Torrevieja, bailamos en Arriondas. El cariño desde India nos lo ha regalado Chus. Javier aterrizó en Madrid. He cenado sin hablar, me bañé mientras llovía. He comprobado que el miedo no es compañero de viajes. Y que la conexión Norte Sur forma parte de los míos. También he leído tres libros.
Ahora toca volver, despacio. Con arena en la mochila y salitre pegado al pelo. Dispuesta a hacer la colada, a contestar los correos, a encender veinte velas a Lucía y a preparar el equipaje de Manuel. Autónoma con papeles, llamaré a los mismos amigo, y a alguno nuevo, para compartir llantos y risas, y un vino, y veré cómo le doy la vuelta a eso del nido vacío.
Septiembre huele a retorno y a comienzo. Que sea bueno.
Que estemos bien.
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Septiembre
César Vallejo
Aquella noche de setiembre, fuiste
tan buena para mí… hasta dolerme!
Yo no sé lo demás; y para eso,
no debiste ser buena, no debiste.
Aquella noche sollozaste al verme
hermético y tirano, enfermo y triste.
Yo no sé lo demás… y para eso,
yo no sé por qué fui triste… tan triste…!
Sólo esa noche de setiembre dulce,
tuve a tus ojos de Magdala, toda
la distancia de Dios… y te fui dulce!
Y también fue una tarde de setiembre
cuando sembré en tus brasas, desde un auto,
los charcos de esta noche de diciembre.

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