Lunes, 13 de octubre.
Leo que cuando Keaton le preguntó a Allen cómo la iban a vestir para Annie Hall, él respondió: “quiero que vayas exactamente así, como tú eres”. Y, salvando las distancias, algo me hace click con el jueves. Siempre imaginé que en el cine la cosa iba más de interpretar un papel que de hacer de lo que eres, pero puede que no sea del todo ni lo uno ni lo otro, sino, una vez más, aprender a navegar por los bordes. El jueves yo preguntaba «qué vestido me pongo» y el director me decía «elige uno tuyo, el que quieras» y que me mostrara tal como soy, que me moviera como me muevo, que hablara sin impostar la voz. Es difícil de explicar, pero no me cuestioné ni un minuto. Estuve en cada instante preciso, me reí como me río, puede que en algún momento se me escapara mirar a la cámara y entonces tuviéramos que repetir. «Acción» escuchaba yo, y ahí empezaba. A avanzar por el pasillo, a cortar unos tomates. A dar dos pasos y medio para justo parar donde tenía que pararme, sin histrionismo alguno, sin personaje. Sin adornos ni florituras. Sin máscara. Ni siquiera llevaba maquillaje. Me dejé ser y así fui, parte de lo que acontecía. Luego cerramos la tarde e inmortalizamos el espacio. Para siempre pertenecerá al arte.
Curiosa me observo en la escena. Una leve intervención, quitándome del todo del medio, permite que el caudal fluya. Cauce, riberas, orillas… el trabajo se sigue haciendo sobre lo que ya hemos construido antes. La vida es más grande que yo. De eso hablaba ayer con Chus, coronadas con helechos. De habitarnos más por dentro, de sentarnos frente al mar. El camino de vuelta ha empezado, -cada vez más despedidas, cada vez menos personas -, y qué alivio ir más ligeras. Y mientras, que siga la fiesta, adelante, show must go on. Nosotras, a nuestro ritmo, respetándonos el paso. La orquesta seguirá en cubierta, saldremos a bailar o no. Más despacio, sonreiremos. Pies en tierra. Respirar.
Entraremos con un vino al templo de la puesta de sol vestidas como nos dé la gana.
Y el tiempo seguirá siendo nuestro.
Todo tiempo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el sol:
tiempo de nacer y tiempo de morir,
tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado,
tiempo de matar y tiempo de sanar,
tiempo de destruir y tiempo de construir,
tiempo de llorar y tiempo de reír,
tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar,
tiempo de arrojar piedras y tiempo de recogerlas,
tiempo de abrazar y tiempo de separarse,
tiempo de buscar y tiempo de perder,
tiempo de guardar y tiempo de tirar,
tiempo de rasgar y tiempo de coser,
tiempo de callar y tiempo de hablar,
tiempo de amar y tiempo de odiar,
tiempo de guerra y tiempo de paz.
¿Qué provecho saca el obrero de su trabajo? Observé todas las tareas que Dios encomendó a los hombres para afligirlos: todo lo hizo hermoso a su tiempo y dio al hombre el mundo para qeu pensara; pero el hombre no abarca las obras que hizo Dios desde el principio hasta el fin.
Y comprendí que lo único bueno para el hombre es alegrarse y disfrutar de la vida. Después de todo, que el hombre coma y beba y disfrute en medio de sus fatigas es don de Dios. Comprendí que todo lo que hizo Dios durará siempre: no se puede añadir ni quitar nada. Porque Dios exige que lo respeten. Lo que es, ya fue; lo que será, ya sucedió, porque Dios vuelve a traer lo que pasó.
Eclesiastés 3:1-14
Un comentario
Maravillosa un buen renacer gracias de nuevo