Preferiría ser horizontal. Silvia Plath
Martes, 9 de diciembre.
Soy vertical. Me levanto cada día, sostengo, trabajo, respondo a mi nombre. Como sujeto de este mundo, actúo, hago. Mañana cumpliré 51. Pero mi condición vertical, de mujer del s.XXI, derecho a voto, carrera universitaria, éxito social, progreso profesional y crecimiento personal no agota lo que yo soy. Me produce una sonrisa.
Para todo lo demás, madre, amante y amiga, escritora, poeta, un cuerpo entre otros cuerpos, carne atravesada por el aire y la tierra húmeda, soy un ser horizontal. Para esa lenta y sabrosa escucha del mundo al desperezarse que es la vida a cada instante, soy horizontal. Mujer tumbada, menos humana, acunada por el suelo, ajena a mis pensamientos. El reinado del ego es un reino vertical. El viaje a la oscuridad, a la conciencia, exento de comparación posible -¿cómo competir con el jacinto o la libélula? -es de condición horizontal. La horizontal permite mirar desde otro lugar, alterar el ángulo, adoptar una relación de cuidado con las cosas, conversar. Es el comienzo de una vida otra, de una geografía nueva en la que, allí donde el ser vertical domina, el horizontal escucha y abraza. En la vertical hay jerarquías. En la horizontal, me parezco más a todo, conocido y extraño, y quiero atenderlo, observarlo. Somos iguales en el descanso. No quiero que nadie se levante sobre mí y yo no me levantaré sobre nadie: principio de horizontalidad. La libertad sólo es libertad si no está limitada, y por tanto será siempre inacabada: principio de horizontalidad. Hay infinitas formas de conversar con Dios, tú desde fuera, desde dentro yo, pero sólo en conversación: principio de horizontalidad.
Y en medio de estas dos posturas que gobiernan nuestro cuerpo, vertical y horizontal, me pregunto ¿qué las une? ¿cómo transitar de una otra sin atravesar un barranco? ¿dónde confluyen? La respuesta llega en silencio, entre las dos condiciones, figura de apoyo y sostén: la inclinación. Geometría de lo vulnerable. La inclinación desequilibra al yo, desplaza al centro y con ese desplazamiento concluye una forma de libertad entre la autonomía y la dependencia, la pureza y la mixtura. Comienza otro modo de ser. Un cuerpo sostiene a otro cuerpo, un cuerpo es atravesado por otro, los seres somos vulnerables ante y con otros seres. El paradigma de la inclinación piensa desde el nacimiento, nunca desde la muerte. Ofrece un comienzo. Y es desde la humildad que encarna la inclinación, desde donde oramos.
Así que desde la inclinación, ya completados con honores mis 50 gloriosos, prefiero ser horizontal en estos 51. Y darle a la belleza su espacio.
POEMA Nº 6
SOY VERTICAL
Silvia plath
SOY VERTICAL
Pero preferiría ser horizontal.
no soy un árbol con las raíces en la tierra
absorbiendo minerales y amor maternal
para que cada marzo florezcan las hojas,
ni soy la belleza del jardín
de llamativos colores que atrae exclamaciones de
admiración
ignorando que pronto perderá sus pétalos.
Comparado conmigo, un árbol es inmortal
y una flor, aunque no tan alta, es más llamativa,
y quiero la longevidad de uno y la valentía de la otra.
Esta noche, bajo la luz infinitesimal de las estrellas,
los árboles y las flores han derramado sus olores frescos.
camino entre ellos, pero no se dan cuenta.
a veces pienso que cuando estoy durmiendo
me debo parecer a ellos a la perfección—
oscurecidos ya los pensamientos.
para mí es más natural estar tendida.
Es entonces cuando el cielo y yo conversamos con
libertad,
y así seré útil cuando al fin me tienda:
entonces los árboles podrán tocarme por una vez, y las
flores tendrán tiempo para mí.
Silvia Plath (1932 – 1963)















