Lunes, 20 de febrero. La vida es un carnaval. Por más que la escuche mil veces, nadie la cantará jamás como mi hija Lucía con tres años, su hermano Manuel al lado, cuando apenas sabía hablar, y un micrófono rosa en la mano. Que las penas se van cantando. Casi veinte años después, Soleá Morente dice que «ayer te fuiste y me dijiste que cantara y no llorara, que echara las penas al aire y que nunca te olvidara» y yo enlazo las dos canciones.
Disfraz de carnaval, desfrezar: borrar o despistar las huellas del animal que ha escarbado. ¿De qué nos disfrazamos nosotros? ¿Qué penas queremos danzar? Tal vez como seres humanos tenemos otra forma de indagar. ¿Qué podría ser posible si honramos el no saber?
Me paro y aquí respiro. No me quedo en lo que sé. Con miedo y vértigo, mucho, confío, y doy ese paso adelante sin saber dónde me lleva, porque eso es la voluntad.
Celebro. Horizonte y equilibrio contenidos en un brindis. Nuevos caminos.
Que este lunes para ti sea bueno.
Gratitud hasta aquí a lo vivido. Me postro ante el momento presente.
Y que hoy puedas estar bien.
Carlos Castaneda,
en Las enseñanzas de Don Juan
Hay una manera especial de habitar el dolor. Sí, hay una manera. Por ejemplo, cuando yo estaba aprendiendo sobre la hierba, era demasiado ansioso. Me agarraba a las cosas de la misma manera que los niños agarran dulces. La hierba, en mi caso, es sólo un camino entre cantidad de caminos. Cualquier cosa es sólo un camino entre cantidades de caminos. Mira tu camino de cara y con intención, libre de miedo y de ambición. Pruébalo tantas veces como consideres necesario. Luego, hazte a ti mismo, y a ti solo, una pregunta: ¿Tiene corazón este camino? Todos los caminos son lo mismo, no llevan a ninguna parte. Si tiene corazón, el camino es bueno. Si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje. Mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte, el otro te debilita.