“Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.
Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.
Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a los cielos” (Mt 5, 14 – 16).
Lunes, 16 de enero. El año parece imparable. Por derecho natural, puja la vida y empuja, y se abre paso entre el ruido, en medio de la maleza. Se cuela la luz por la sombra y legitima a la grieta.
Yo miro al horizonte y respiro.
Trato de ir más despacio.
Pongo música bonita, danzo.
Aprendo a escuchar mi cuerpo mientras descubro a la mente tratando otra vez y otra más de imponer su tiranía y me recuerdo a menudo que no somos sólo humanos.
Tiempo de recogerse, invierno. Perséfone vuelve al Hades, presa del fruto prohibido y yo, sin mucho sentido, brindo como Patricia Highsmith en cada 1 de enero de 1946: “Por todos los demonios, por las lujurias, pasiones, avaricias, envidias, amores, odios, extraños deseos, enemigos reales e irreales, por el ejército de recuerdos contra el que lucho: que nunca me den descanso”.
Sigo, me pongo en pie. A la luz que nos ha llegado, debemos obedecer.
Que este lunes sea bueno y tú puedas estar bien.
No podemos despistarnos.
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Himno homérico a Deméter
Poema épico griego atribuído a Homero
(CORO)
Así le habló suplicante mas no convenció a la Diosa.
Pasó un día y luego otro y la Diosa no cedió,
por eso Zeus mandó a Hermes que fuera al Hades
y que trajera a Perséfone a los brazos de su madre.
Al punto Hermes partió y se encontró al soberano
en sus oscuras moradas, junto su esposa muy triste.
El asesino de Argos de este modo así le habló:
(HERMES)
“Hades de oscuro cabello, soberano de los muertos,
el padre Zeus te ordena que dejes libre a Perséfone
e que vuelva con su madre para que cese su odio,
pues ya tiene planeado aniquilar a los hombres.
Y ha ocultado la semilla, para que no hagan ofrendas.
Y alejada del Olimpo alimenta su rencor.
Y sentada permanece junto a su templo de Eleusis.”
(CORO)
Así habló el Argicida y escuchó sus palabras
el señor de los muertos, que a Perséfone dijo:
(HADES)
“Debes volver con tu madre y que te vea contenta.
Yo seré un esposo digno, pues soy hermano de Zeus,
Y mientras estés conmigo serás reina soberana…”
(CORO)
Al escuchar sus palabras, Perséfone se alegró,
pero antes de partir tomó un grano de granada,
que es dulce como la miel y que Hades le ofreció
porque sabía que así tendría que regresar.
Cuando Hermes la condujo hasta el templo de
Deméter,
se abrazaron madre e hija con una inmensa alegria,
mas negro presentimiento tuvo la diosa Deméter
(DEMÉTER)
“Escúchame hija querida, tan sólo díme una cosa:
¿No habrás probado bocado mientras estabas abajo?
Porque si aún no lo has hecho podrás vivir con
nosotros,
pero si algo comiste, tendrás que volver allí.
Pasarás los inviernos en la tierra profunda
Y al llegar el calor y la tierra esté verde,
con nosotros vendrás a reunirte de nuevo.”
(PERSÉFONE)
“Quiero contártelo todo en verdad y sin engaños.
Cuando Hermes me salvó yo di un salto de alegría,
pero entonces sin querer probé de aquella granada.”
(CORO)
Zeus al fin envió a Rea con un mensaje
para traer a Deméter junto al resto de los dioses,
Y prometió concederle los honores que quisiera.
También vio con buenos ojos que la muchacha
estuviera
una parte entre tinieblas y dos partes con su madre.
A cambio Zeus le pedía que cesara en su rencor,
e hiciera crecer el fruto que da la vida a los hombres.
Al oír esto Deméter serenó su corazón,
e hizo brotar el fruto en los campos de labranza.
Y la tierra antes estéril se convirtió en un jardín.
Desde entonces en Eleusis, en honor de la diosa
se celebran los misterios que no se pueden contar.
¡Felices aquellos hombres que los hayan conocido!