Ya queda menos para el cambio. Solo cuatro días. Y algunos dirán cómo se va a cambiar un país en un día. Pero el país ya ha cambiado. Era un arroyo murmurante de gente descontenta y se ha convertido en un rio de cambio con un caudal inmenso. Son todos los partidos, unos más que otros, los que hablan de regeneración, de cambio, de diálogo y de construir entre todos, de manera democrática, una nueva España capaz de integrar pacifica y armónicamente su reconocida pluralidad y las distintas identidades de sus pueblos.Ya no vamos de la nada a la nada, ni nos pueden poner yugos gente de mala hierba como decía Miguel Hernández, esos yugos se han rotos, porque ya está despuntando el alba y soplan vientos de cambio. Vivimos momentos de contestación y emancipación en diálogo abierto con otras corrientes, con otras ideas, para cambiar este país.Ya nuestra mente no es el arma más potente en manos del opresor como decía Steve Biko, activista sudafricano antiapartheid, sino cerebros llenos de ideas y en busca de la libertad que nos eleve hacia horizontes nuevos. Ahora nos toca pensar qué debemos hacer y cómo lo Podemos hacer. Hay que poner en primer plano los derechos de las mujeres, de los jóvenes que tienen que construir su futuro o de los pensionistas que ya trabajaron por él, y de los castigados por esta crisis y en riesgo de exclusión que no pueden esperar. A la lógica del beneficio privado y de la acumulación de los que más tienen, debemos y Podemos contraponer la solidaridad y el apoyo mutuo en un escenario marcado por la conciencia de las limitaciones que arrastramos.Ya el bipartidismo del PP o PSOE no puede gobernar cuatro años más, sería una pura ensoñación. El PP como el PSOE, han perdido años casi imposibles de recuperar porque su espacio ha sido absorbido por Ciudadanos y Podemos en unas operaciones casi relámpagos protagonizadas por Albert Rivera y Pablo Iglesias. Los sondeos han anunciado ya la realidad de cuatro grupos parlamentarios por encima de los 50 escaños, los ciudadanos podremos observar días después del 20-D que la vida parlamentaria no tuvo que ser necesariamente como fue en estos últimos años o como ocurre ahora en el Parlamento de Andalucía.Ya existen suficientes recursos en el Congreso de los Diputados para que grupos con vitalidad sean capaces de sacar un rendimiento político mucho más elevado de la tribuna parlamentaria. El entramado constitucional, por mucho que necesite reformas, que está claro que las necesita, permite más cambios y políticas diferentes de las que los políticos del PP y del PSOE nos han hecho creer, quizás porque ellos mismos se creyeron que existía un esquema bipartidista irrompible. Hace falta una Mesa del Congreso con interlocutores menos manieristas que los actuales, es decir menos caracterizados por su entusiasmo por la rigidez de las normas y que puedan introducir desde ya el cambio necesario en la vida política.Ya ni la Constitución ni las normas establecidas impiden hacer muchísimas cosas de manera distinta a como se han hecho hasta ahora. En el Congreso se podrá discutir públicamente cómo conciliar economía de mercado, Unión Europea y democracia, y con qué instrucciones orientar las negociaciones con Europa para influir en la forma de afrontar el problema de los trabajadores pobres o en paro, o por qué España no solicita excepciones en la aplicación del futuro tratado de comercio entre Estados Unidos y Europa como ha hecho Francia.El 20-D cambiaran muchas cosas, pero la primera una vez constituida las nuevas Cortes Generales (Congreso y Senado) será la recuperación del interés de la ciudadanía por el debate parlamentario y por escuchar a unos y a otros dirigentes de los partidos en la tribuna de oradores debatir de los problemas reales de todos los españoles y de la recuperación necesaria del país para su gente, y eso será posible porque el viento del cambio ya ha llegado a este país.