La jornada de domingo ha sido excelente para el deporte español en su género femenino, y es que se consiguieron dos campeonatos del mundo en el mismo día.
Por una parte, más mediática que la otra, las jugadoras de la Selección Española de Fútbol femenino se proclamaron vencedoras del Mundial desarrollado en Australia, y por ende, campeonas del mundo de futbol femenino. El partido contra Inglaterra fue muy reñido y muy bien jugado por ambos equipos, los cuales demostraron un altísimo nivel futbolístico.
Tras una primera parte con ocasiones claras para las españolas, llegó el gol que les proclamó vencedoras de las botas de la sevillana Olga Carmona.
Tras 13 minutos de prorroga, sonó el silbato de la colegiada estadounidense señalando el final del partido que dio paso a la celebración en el césped del equipo español, acompañado por todo el cuerpo técnico y Su Majestad la Reina Leticia y su hija la Infanta Sofía.
Por otra parte, María Pérez se ha proclamado campeona del mundo de 20 kilómetros marcha, consiguiendo el segundo oro para España en el Mundial de Atletismo que se está celebrando en Budapest. Cinco años después de su primer éxito, Pérez ha vuelto a la élite de su carrera tras durísimos años en lo personal.
Con un tiempo de 1h26’51», la atleta de 27 años, ha arrebatado la corona de campeona mundial de la distancia a la peruana Kimberly García León, que entró cuarta.
La española consigue el oro justo después de que su compañero, Álvaro Martín se proclamase este sábado campeón del mundo masculino en la misma modalidad. El marchador extremeño, de 29 años, amplía con este oro mundial un palmarés que incluye también dos victorias en los campeonatos de Europa de Berlín 2018 y Múnich 2022.
María llegó a meta en solitario y afrontó los últimos metros con una sonrisa en los labios, portando la bandera española y celebrando su triunfo casi andando dada la ventaja con sus perseguidoras. «María es una persona emocional. Esto es el triunfo de la España despoblada, de esos pueblos donde es muy difícil salir adelante», declaró en la meta su entrenador, Jacinto Garzón, que sacó del bolsillo de su pantalón una estampita de Santa Teresa de Jesús a la que se encomendó para la carrera.