Peter Cech conduce el autobús del Chelsea con destino Münich

TCAM-NACIONAL/DAVID SAN JOSÉ

Ha vuelto a suceder, media España rezaba para vivir un Déjà Vu, pero esta vez no hubo ‘Iniestazo’ en el 90. Llegaban las 22.39 horas y la crueldad se cernía sobre la Ciudad Condal. Ansiedad, desesperación, decepción… muchos sentimientos encontrados, por ejemplo, en el rostro de Leo Messi. Sus ojos llorosos y su gesto cabizbajo le delataban… ¿culpabilidad? Seguro que sí, pero el crack argentino no tiene porqué sentirse culpable, pese a fallar un penalti.

Si hablamos de fútbol en el sentido más puro del término, la eliminación del Barsa ha sido una injusticia. Pero quizá, ese mismo fútbol que hoy ha mostrado su lado más cruel, le debía una al Chelsea por aquello que algunos se atrevieron a calificar como ‘El escándalo de Stamford Breach’.

Ciñéndonos estrictamente a los hechos, se podría decir que el Barcelona no ha sabido plasmar en el marcador la inmensa superioridad mostrada sobre el terreno de juego. Y eso que todo se le ponía de cara al conjunto azulgrana. Cahill tenía que retirarse lesionado al correr del minuto 11 y Terry se autoexpulsaba al filo del descanso por dar un rodillazo a Alexis en el glúteo. Además, para entonces Busquets ya había igualado la eliminatoria al rematar a puerta vacía un buen pase atrás de Isaac Cuenca.

Inmediatamente después de la expulsión del central británico, llegaría el segundo del Barsa. Busquets, hiperactivo en el centro del campo, volvía a robar un balón para que Messi se la pusiese a Iniesta en profundidad. El de Fuentealbilla no falló y estableció el 2-0.

Parecía que todo se había acabado para el Chelsea, que se iban a volver con un carro de goles para Londres, pero una acción en el descuento de la primera mitad volvió a dar un giro radical al partido. Lampard, que todavía conserva su innata calidad, encontraba a Ramires en profundidad y éste picaba el cuero de forma sutil ante la salida de Valdés. Un golazo que ponía punto y final al primer acto.

Derroche de Drogba

Tras el descanso, Di Matteo reorganizó a su equipo poniendo a Drogba de lateral izquierdo. El costamarfileño, 34 años le contemplan, dio una soberana demostración de forma física. Defendía el carril derecho del Barcelona y además lanzaba el ataque de su equipo las escasas veces que éste conseguía el balón. Su zancada de puma le hacía prácticamente inalcanzable para los rivales. Sin duda, una actuación digna de alabar.

Mientras tanto, Di Matteo, haciendo gala de sus orígenes (italianos), ya hacía mucho que había plantado el autobús delante de su portería. El Camp Nou se había convertido en una cancha de fútbol sala, sólo se jugaba en 20 metros. El asedio era total, inaguantable para el Chelsea… tan sólo un milagro le iba a permitir pasar a la Final.

Además, el propio Drogba, mostrando sus evidentes y naturales carencias defensivas, derribó a Fábregas dentro del área. El árbitro pitó penalti a instancias del juez de línea y el resto ya lo saben. Messi marró la pena máxima, estrellando el cuero contra el travesaño.

El tiempo era el peor enemigo de un Barcelona que no dejaba de crear ocasiones, pero unas veces un inconmensurable Cech, y otras el poste, evitaban el triunfo de la lógica.

Torres acaba con las esperanzas de los blaugrana

Pese al terrible asedio sobre la meta del Chelsea, el gol no terminaba de llegar. Drogba, absolutamente exhausto, dio el relevo a Torres quien, al igual que el marfileño, estableció su parcela en el lateral izquierdo. El Barsa seguía practicando el acoso y derribo, pero así se llegó al 90 y los once del conjunto local se fueron arriba. No quedaba otra, había que morir con las botas puestas y Torres fue el encargado de la ejecución blaugrana. Balón en largo para el ex del Liverpool, campo totalmente libre. Valdés era el único obstáculo que separaba a Torres de la gloria y la última esperanza azulgrana… demasiado espacio para el niño, regate al portero y fin de la historia.

Lo único bueno de este partido es que si el otro equipo español consigue el pase a la final, los de Guardiola ya le han hecho medio trabajo, pues tres de sus jugadores vitales no podrán jugar la Final. Terry fue expulsado; y Ramires y Meireles, imprescindibles para Di Matteo en el centro del campo, cumplirán ciclo de amarillas.

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