Cuando se cumple una década de la Moción de censura que truncó el gobierno que Presidí por segunda vez consecutiva en Noviembre del 2015 tengo la obligación de hacer una reflexión como ciudadano comprometido con vocación de servicio y sobre todo como inconformista radial que siempre ha luchado por hacer los sueños realidad y contribuir a la mejora y progreso de nuestra comunidad.
En estos momentos recuerdo con gran emotividad y pena mi injusto cese, pero no por lo que significaba a nivel personal sino por la pérdida que podía afectar a nuestra ciudadanía, a nuestra Tarifa y sus gentes, que serían las verdaderas víctimas de la pantomima de quitarme como alcalde para ni siquiera intentar mejorar mi gestión sino cumplir con las consignas de partido de tener una alcaldía más, aunque el pueblo se perjudicara, de descabezar un buen gobierno con un verdadero proyecto de futuro para nuestra Ciudad y Municipio y sustituirlo por un grupo de saineteros sin proyecto ni objetivo que nos ha arrastrado al declive actual de una sociedad sin meta, enfrentada y sin horizonte conocido.
El gobierno que me sucedió dilapido una legislatura en difundir el bulo de las maldades de mi gobierno, esfuerzo que no caló en nuestra sociedad tarifeña tan resignada a sus malos designios y que supo soportar a duras penas el patético gobierno socialista que en casi 8 años no ha podido presentar un balance más vacío y negativo, salvo su segunda legislatura que como en otras épocas del PSOE decayó hasta el límite del abandono, la paralización administrativa y la falta de eficacia en la gestión municipal, tanto que a partir de las últimas elecciones y con la vuelta al gobierno del Partido Popular se abrieron todas las expectativas e ilusiones de recuperar un gobierno fuerte, comprometido y que retomara los asuntos importantes de Tarifa y de todas las poblaciones de nuestro municipio, esta vez con la gran baza de contar con una Junta de Andalucía comprometida y con ganas de solucionar nuestros problemas.
Sin embargo tras atravesar el ecuador de la legislatura los vaivenes de un pacto de gobierno poco asentado que tiene paralizada gran parte de la gestión municipal con un cisma inaudito que afecta a funcionarios y políticos, está haciendo que las dudas se reabran entre la ciudadanía esperanzada y rebrote el más que conocido fantasma del tiempo perdido, de los trenes que pasan sin parar, del desasosiego de una sociedad polarizada sin rumbo, sin meta y sin la ilusión suficiente para superar nuestros propios retos y luchar con alegría por el futuro que merecemos.
En mi intervención del pleno de aquel día pedí encarecidamente a los que me sucedieran que cuidaran nuestro pueblo, nuestro legado de gestión y eficacia y nuestro esfuerzo por mejorar Tarifa, para que el ayuntamiento nunca dejara de ser la locomotora del pueblo y nunca volviera a ser el lastre que tantas veces nos ha parado, hoy puedo decir que no ha sido así y que los grandes problemas de Tarifa siguen sin ser acometidos convenientemente y que el progreso adecuado que fuimos capaces de acometer en aquellos años no ha tenido continuidad.
Mientras las empresas y trabajadores de Tarifa siguen haciendo esfuerzos enormes por salir adelante la percepción generalizada es que en estos últimos años no hemos caminado en la buena dirección y que esta década está más cerca de entrar en los tiempos para olvidar que en los años de éxito y progreso que nos merecemos.
Fdo.- Juan Andrés Gil García
Ex-alcalde de Tarifa















