Hablar de desestacionalización en Tarifa ya no es un ejercicio teórico ni un deseo recurrente que se repite cada año. Empieza a ser una política real, con decisiones concretas y, sobre todo, con consecuencias claras para quienes apuestan —o no— por un modelo económico más equilibrado y sostenible durante todo el año.
Durante décadas, el principal reto de Tarifa ha sido su enorme dependencia de la temporada alta. Un éxito indiscutible de público en verano que, sin embargo, dejaba meses de actividad mínima, empleo inestable y negocios obligados a abrir y cerrar al ritmo del calendario. Ese modelo ya no es viable si se quiere consolidar una economía fuerte, profesional y con futuro.
Por eso es relevante que, por fin, se estén dando pasos decididos en la dirección correcta. Uno de los más significativos es la bonificación del 50 % de algunas tasas municipales a aquellos negocios que mantengan su actividad abierta al menos diez meses al año. No es solo una ayuda económica: es un mensaje claro. Quien apuesta por Tarifa todo el año, recibe apoyo institucional.
En paralelo, se incrementan las tasas a quienes solo operan en temporada alta. No como castigo, sino como ajuste lógico: no es razonable que el esfuerzo colectivo de mantener servicios, infraestructuras y ciudad durante todo el año recaiga en quienes sí permanecen abiertos mientras otros solo participan cuando el beneficio es inmediato.
Estas medidas no llegan solas. Tras más de tres años del proyecto Tarifa Fuera de Temporada de este medio, nuestro granito de arena, se están estudiando y valorando otra decena de acciones complementarias orientadas a romper la estacionalidad: desde otros incentivos fiscales y programación cultural y gastronómica fuera de temporada, a estrategias de promoción específicas para los meses tradicionalmente más flojos. El objetivo es claro: repartir mejor la actividad, el empleo y la riqueza a lo largo del año.
En este contexto, adquiere especial importancia la decisión de entregar el testigo de la gestión del bono Tarifa más cerca al tejido empresarial para que sea autogestionado. Es un gesto de confianza y, al mismo tiempo, una responsabilidad mayor. Nadie conoce mejor la realidad del mercado, del cliente y de las necesidades locales que los propios empresarios.
Ahora, la pelota está también en su tejado. Se espera mucho de ellos: visión a medio plazo, estrategia, buena imagen, transparencia, coordinación, generosidad y compromiso real con la desestacionalización. Autogestionar no es solo administrar un recurso, es demostrar que el sector privado puede liderar, proponer y ejecutar políticas que beneficien al conjunto de la ciudad.
Tarifa está empezando a cambiar el rumbo. No con discursos, sino con decisiones. La desestacionalización deja de ser una palabra de moda para convertirse en una estrategia compartida. El camino no será inmediato ni sencillo, pero es el único que garantiza un futuro más estable, más justo y más fuerte para todos.
Tiempo de soñar, porque este medio tiene el tiempo grabado «alminuto» en su nombre….Feliz Navidad Tarifa















