Tarifa vuelve a quedarse a oscuras: una avería deja sin luz a parte del centro y reabre el debate sobre la inversión eléctrica. La tarde de ayer dejó una imagen desoladora en pleno corazón de Tarifa: locales abiertos, terrazas a medio servicio, y parte del centro histórico sumido en la penumbra. Parte de la zona quedó sin suministro eléctrico durante horas, mientras técnicos de Endesa rastreaban sin éxito el origen de la avería, ante la mirada entre la incredulidad, la desesperación y el hartazgo de comerciantes y hosteleros que, una vez más, tenían que trabajar a oscuras.
Desde primera hora este diario recogía las llamadas de la ciudadanía alertando del apagón. Poco después, el siempre atento Carlos Blanco Peralta aportaba en redes sociales detalles clave sobre la situación:
“Los electricistas de guardia del Ayuntamiento de Tarifa se han personado en el contador perteneciente a ese tramo de iluminación pública apagado y se ha verificado que la avería pertenece a la empresa suministradora de energía.
Se ha creado una incidencia a través del 112 y en estos momentos se está en la resolución de la avería, se puede seguir a través del mapa de averías de la empresa que abastece al municipio”.
El mensaje confirmaba lo que muchos vecinos intuían: la incidencia no era municipal, sino responsabilidad directa de la compañía suministradora.
Un problema que va más allá de un corte puntual
La electricidad en Tarifa se ha convertido en uno de los grandes desafíos estructurales de la ciudad. La presencia de cableado desordenado, instalaciones envejecidas y chispazos visibles en pleno centro histórico son, para muchos, la prueba de que Endesa invierte menos de lo que la realidad del municipio exige.
No se trata solo de una cuestión estética: es seguridad, es actividad económica, es patrimonio y es convivencia.
Cada apagón deja tras de sí:
negocios paralizados,
cámaras de frío en riesgo,
clientela que se marcha,
trabajadores improvisando soluciones imposibles.
La imagen de locales abiertos y sin luz en una zona turística y patrimonial tiene un coste que ya no es intangible.
Entre competencias y responsabilidades
El debate sobre quién debe actuar se repite cada vez que ocurre una incidencia similar. En ese sentido, José Serrano Doucet aportaba una reflexión necesaria:
“Es cierto que Endesa y Telefónica tienen, sobre todo el centro de Tarifa, lleno de cables mal colocados y muchas veces inservibles; pero en eso el Ayuntamiento no tiene competencia alguna. Aunque es cierto que debería insistir con las empresas suministradoras para que adecenten esas instalaciones que tanto afean el casco histórico”.
El mensaje apunta a una realidad incómoda: la ciudad sufre las consecuencias, las empresas titulares de las redes mantienen instalaciones degradadas, y el Ayuntamiento se ve obligado a insistir… más que a intervenir. La sensación generalizada entre vecinos y empresarios es clara: la paciencia se agota.
Tarifa crece, su actividad económica se refuerza, pero sus infraestructuras no parecen acompañar el ritmo.
Incidencias fuera del casco urbano: N-340 y Bolonia también sufren las consecuencias
El problema eléctrico no se limita al centro de Tarifa. En la N-340, varios establecimientos hoteleros han optado por instalar generadores propios ante la cadencia de averías y microcortes que ponen en riesgo su actividad diaria y la experiencia de sus clientes. Una situación similar se reproduce en Bolonia, donde en plena temporada alta se han dado episodios en los que los negocios no pueden cobrar con tarjeta por caída del suministro y de las comunicaciones asociadas, obligando a trabajar de forma precaria en uno de los enclaves turísticos más emblemáticos del término municipal.















