Estudiando a muertos con 2.000 años de antigüedad en Baelo Claudia

Aunque en la popular serie televisiva se investigaban todo tipo de muertes violentas, CSI (Crime Scene Investigation), hay una gran parte del trabajo de la barbateña Carmen que, sin indagar en crímenes, inevitablemente remite a ese imaginario contemporáneo, aunque lo suyo pase por . Un escáner en profundidad que da vida y contexto a esa parte que suele ser lo visitable y llamativo para el gran público en los yacimientos: la piedra, el legado material.

Pero a Carmen Román Muñoz, comisaria de la exposición que se está llevando a cabo en Baelo Claudia, le interesa mapear, rastrear y analizar vestigios humanos con 2.000 de años de antigüedad, y averiguar qué hay detrás de restos óseos. Un ejemplo de ello es el caso de Julia Rufina, una noble romana en cuyo mausoleo en la necrópolis de Baelo Claudia (ciudad romana desde el siglo II a.C.) ha estado escarbando, con Iván García, arqueólogo que dirige el conjunto, a la cabeza, hasta dar con los huesos de una mujer que no solo tuvo su propia tumba repleta de detalles de bronce sino que se ha convertido en una de las apariciones más relevantes de la Hispania romana.

Según declaraciones  de la arqueóloga y antropóloga física, «Al fin y al cabo es una labor detectivesca porque, aunque los forenses se encargan de temas legales, nuestra labor es la misma: estudiar el sujeto en toda su complejidad, desde el sexo, la edad, las patologías, calidad de vida, causas de muerte si son identificables».

«Hay gente —explica Román— que desconoce esta especialización y piensa que los restos humanos simplemente lo buscan arqueólogos, o incluso paleontólogos, pero no, somos los antropólogos físicos los que los estudiamos con conocimiento de causa, porque tenemos doble titulación: no solo somos arqueólogos, sino que también nos formamos en Antropología Física y Medicina».

Donde ves un esqueleto normal, una antropóloga física ve una chepa que ha afectado a esa persona, hace 1.800 años, en su calidad de vida. O donde ves una simple cadera, ella da las pautas para que diferencies el sexo de ese resto óseo.

Traducción en braille y un juego antropofísico

Dividido en tres espacios conceptuales, la muestra responde a tres preguntas clave: ¿Qué es la Antropología Física?; ¿cuál es la finalidad de la Antropología Física en contextos arqueológicos?; y quiénes son los lectores de muertos. Paneles, imágenes, objetos y cultura material asociada redondean, junto a un juego en el folleto de la exposición, una propuesta que ha sido traducida al braille gracias a la colaboración de la Once Cádiz.

«Se trata de devolver, en la medida de lo posible, la identidad de aquellos bienes arqueológicos que formaron y dieron vida a sociedades del pasado. La Antropología Física lo que hace es aportarle vida a la arqueología, aunque suene contradictorio, porque tratamos con muertos, pero son personas que vivieron en un contexto histórico en concreto, que crearon una sociedad concreta de la que nos ha llegado sus manifestaciones culturales, pero nosotros vivimos a partir de los restos óseos», explica la comisaria de una muestra que enriquece la ya de por sí impresionante visita a un conjunto arqueológico que en 2025 cumplirá un siglo con la consideración oficial de Monumento Histórico Nacional.

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