El pulso de Tarifa volvió a latir ayer con la emoción de sus raíces más hondas. A las cuatro y media de la tarde, cuando el Santuario de la Luz abrió de nuevo sus caminos, comenzó la historia que cada septiembre se escribe con devoción, tradición y alegría. Portada a hombros, la Virgen de la Luz, Patrona de Tarifa, emprendió el traslado hacia la ciudad, acompañada por San Isidro Labrador. La centenaria Cabalgata Agrícola, escolta de jinetes que se adentran desde la carreta del Santuario, fue la antesala de un recibimiento que ya esperaba la ciudad con los brazos abiertos.
A pie y a caballo, cientos de devotos se sumaron al cortejo, en un camino que no solo acerca la imagen a Tarifa, sino que une a generaciones enteras en un mismo sentir. Este 2025 tiene un brillo especial: en pleno 275 aniversario de su Patronazgo, es la segunda vez que la Hermandad afronta el traslado de la talla. Febrero trajo la memoria viva de aquel 1750 en que se proclamó a la Virgen de la Luz como Patrona de Tarifa, pero es septiembre el tiempo del reencuentro verdadero, el mes en que la fe y la fiesta se abrazan para dar inicio a las celebraciones patronales.
Con el caer de la tarde, la avenida Batalla del Salado se transformó en escenario de fervor popular. Pasaban pocos minutos de las ocho y media cuando Tarifa recibió entre vítores y emociones a San Isidro y a su Patrona. La Banda Municipal de Música, puntual en su cita, puso banda sonora a la emoción colectiva mientras miles de vecinos y visitantes disfrutaban del esperado momento.
El cortejo de damas y reinas, tanto juveniles como infantiles, engalanadas con trajes típicos, sumó elegancia y tradición al desfile. Muchas ediles también optaron por vestir de la manera más auténtica, prolongando una estampa que entrelazaba solemnidad y fiesta. Y entre tanto fervor, un número que quedará para la memoria: 243 jinetes acompañaron a la Virgen desde el Santuario, símbolo de la fuerza de un pueblo que mantiene vivo su legado. Entre los representantes oficiales destacó la presencia de Javier Ros, subdelegado del Gobierno andaluz en la comarca, testigo también de esta jornada inolvidable.
La alegría brilló en cada gesto, en cada colorido traje, en cada nota de la música que resonaba con fuerza. Una vez más, la Cabalgata Agrícola y la llegada de la Virgen de la Luz a Tarifa fueron mucho más que un rito: fueron la confirmación de que la tradición late con fuerza en el corazón de un pueblo que no olvida y que celebra, con orgullo y emoción, su mayor seña de identidad.