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Un comentario
Por fin un poquito de invierno.
Atrás y cada vez más lejos, quedan los comportamientos de las cuatro estaciones estudiadas por todos en los primeros cursos escolares.
Hoy tenemos, verano-otoño cada vez más largos y cálidos e invierno-primavera más cortos, secos y cálidos.
Algunos apoyan la teoría del cambio climático, otros la niegan y como siempre los hay que intentarán sacar provecho de la situación.
No hace mucho y recuerdo que: Cuando llovía en Canarias lo hacía aquí a los tres días; en otoño o incluso antes caían las primeras lluvias, algunas ferias de Tarifa ya lo hacía, de hecho, el grano y la paja para entonces ya debía estar guardado; las lluvias eran copiosas y se llevaba días lloviendo, los inviernos eran más fríos, en la primavera había lluvias primaverales que en el mismo día se alternaba con e los claros; los regajos y riachuelos, alimentados por las chorreras corrían hacia el mar con viveza, algunos aguantaban sus aguas corriendo incluso hasta junio, ya que la tierra lloraba ese bien tan preciado a sabiendas que pronto llegaría el solano; a la mar entraba comezón para los pescados y la vida marina; atrás quedan los juegos de niños, haciendo pozas y barreras para jugar en los causes y realizar la mayor presa, envidiada por los compañeros de juegos; etc…
Hoy día nos hemos acostumbrado a decir «está bueno», aunque no sea lo normal. Queremos que día tras día brille el sol, para poder realizar cuantas actividades podamos, en este loco y ajetreado mundo en el que vivimos. Sino llueve ahora, ¿Cuándo queremos que el cielo llore?, ¿En agosto?, eso no es normal, lo normal es ahora.
Desde la ventana veo las cortinas de agua venir del mar y me alegra ver esta bendición del cielo. Con paraguas en mano, veo desde aquí, los vecinos para realizar sus tareas diarias un poco malhumorados. Pensando, que tendrían que compartir, la alegría de la tierra, que goza, como al escuchar a una perdiz, al caer en su superficie cada gota de este líquido para subsistir.
También y en la cara amarga de estas lluvias son las inundaciones, pero aquí volvemos a la mano del hombre, pensamos que aunque hoy sea el clima más seco, las aguas no volverán y construimos sin pensar en ellas. Es igual que lo que le quitamos al mar, hay hacia el interior gran cantidad de superficie, pero estamos empeñados en construir a pié o encima de la mar, con el consiguiente riesgo de que algún día la mar influenciada por los temporales cada vez más escasos, devore lo que era suyo.
Hoy es un día de felicidad, llueve y el agua, da y trae vida. En absoluto es un día de tristeza, debemos aprender los jóvenes, que hoy la tierra está feliz y que esa felicidad nos ayudará a sobrevivir.